Y creo más en los que se reconocen transitorios, peregrinos, ensayantes, si es que existe la palabra.
Desconfío, así mismo, de quien no da pasos por irresoluto constante. Tanto como de quien los da por darlos, no más.
No me convence el eterno adolescente que patalea por patalear, aunque no sepa por qué, ni del adulto instalado que no se permite una rebeldía.
Dudo de la inocencia de los niños por niños o de la sabiduría automática que se presume de los añosos.
Estoy escéptico, un poco más que de costumbre.
Ya me voy acostumbrando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario