Me pasaron un texto, resumen de una reunión: lo miro, apenas y ya, en el tercer renglón intuyo, veo, de manera pre-consciente, algo que no está bien. Miro más atentamente y me doy cuenta que hay un nombre que está mal: quien escribió fue traicionado por su inconsciente y, por caso, en lugar de Juan Pérez, puso Juan Martínez, el cual ya no existe.
Lo comento y nadie lo había notado: se hizo evidente una vez que lo dije. Se reían del error, de mí manera de notarlo, del descuido.
Decía yo: lo peor es que así me pasa. No busco errores, no ando con lupa, pero a veces se me aparecen inevitables.
Don y maldición.
20 de agosto de 2012
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