Nunca falta quien, leyendo en la Para tí alguna columna escrita por un médico, crea haber estudiado medicina.
O quien por cortar el pasto, se piense jardinero.
También tenemos al que por enviar un mensaje de texto de llama a sí mismo escritor.
El que como salió en TV en un reportaje por un robo, se considera una estrella.
La que leyó en Billiken sobre el cruce de los Andes y siente que fue co-piloto en el caballo de San Martín. Uno declaró en la comisaría y se recibió de detective.
Un par dicen Hello y sienten que son Shakespeare.
Hubo quien dio una vuelta en los botes de Palermo y menospreció la obra de Colón.
Cerca de acá, una señora saltó un charco y se ofendió porque no la llamaron para los Juegos Olímpicos.
Se supo de alguien que terminó de leer El alquimista y se volvió espiritual cual monje budista.
Yo cambié un par de enchufes y me considero ingeniero.
Estamos rodeados de profesionales.
21 de agosto de 2012
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