Es de sabios callar, dicen. Y es una pena, porque si los sabios callan, los necios, por decirlo suavemente, toman la palabra. Y forman opinión. Y se hacen fuertes. Y terminan despreciando a los sabios cuando emiten sonido.
Propongo: que los sabios no callen, que nos regalen su voz junto a la de todos.
Y que sepamos discernir sonidos.
4 de agosto de 2012
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