Jueves de terapia. Como cada vez estoy más sano (?), ya no hay demasiadas novedades. No sé si está bueno, pero es lo que hay.
Apareció, por una discusión bastante fuerte que tuve con mi progenitor, el tema de los límites en dos sentidos:
- como frontera entre dos cosas, personas, países
- como incapacidad
Alegar límite/incapacidad es la mejor manera de excusarse al no respetar los límites/fronteras, pensaba.
Sentía y siento, que este cortocircuito con mi padre (ya estamos ambos grandes), nace de un límite que le marco. Y recuerdo que no sabe/quiere/puede entender que, pese a ser padre mío y de mis hermanas, somos entes separados de él: entra a nuestras casas sin golpear o pedir permiso, da manos que no se le piden y complica las cosas, se mete -intenta meterse- en las conciencias manejando las culpas... Su límite es esta incapacidad narcisista que no soporta dejar de ser el centro de control.
Y ante esta incapacidad, me sale la mía: poner límite, borde, frontera, para no ser consumido o asfixiado. Para vivir.
El hambre y las ganas de comer, suponte...