22 de diciembre de 2011
Free style
Aprendí a nadar a eso de los cuatro años y nada me divertía tanto como estar en el agua. Podía entrar a la mañana, salir para almorzar, esperar para hacer la digestión, tortura de torturas, y meterme de nuevo hasta la caída del sol: hacer la plancha, bucear piedras, jugar a ver quién aguanta más sin respirar, correr carreras de velocidad. Lindos recuerdos.
Me venía la imagen de las superficies o profundidades, de hacer la plancha, nadar, bucear, contener el aire, correr como diferentes maneras de enfrentar las cosas, de vivir. No sé si hay alguna mejor o peor. Sí que no podés hacer la plancha siempre ni competir todo el tiempo.
Variedad de estilos, eso tendríamos que tener.
Lástima que buceamos cuando hay que flotar o corremos cuando hay que nadar perrito.
Y así nos ahogamos.
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