En el taxi que me llevaba -tomé un taxi porque estaba llegando tarde- escuchamos por radio que un avión había chocado con una de las Torres Gemelas. Con el taxista creímos que alguna avioneta desorientada había aterrizado mal o algo así. Llegué a destino, pagué, bajé. Hasta llegar unas horas más tarde a casa, no vi tele, ni escuché radio, ni nada.
Cuando al mediodía prendo la televisión, el espanto en directo. Escenas como de películas, pero reales. El desconcierto nos pegó. Claro que como las víctimas eran ellos y en pleno rostro, lo percibimos -¿nos lo hicieron percibir?- como algo peor aún; como un atentado a occidente, su libertad, su modelo.
Dejando de lado el horror en vivo, que espejaba el horror oculto causado por Estados Unidos con su política externa, me resonaban las palabras de Isaías: "Cayó, cayó Babilonia" (Is 21,9), . También las toma el Apocalipsis para celebrar la caída de Roma, que oprimía a los pueblos más pobres.
Diez años más tarde, las ruinas siguen humeantes y no se termina de ver el amanecer.
Pero hay, para quien sepa mirar, luces de auroras.
11 de septiembre de 2011
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2 comentarios:
Yo veo un vacío de poder gigante, intentos de sucederlo... infructuosos, China sigue dormida, BRIC que sueña pero no llega... CEE en las ruinas económicas.
We'll see. Por cierto, no tengo una buena anécdota, era feriado para mí como buen escolar y dormí de más, me desperté con la noticia para quedarme shockeado.
¡Escolar! me mataron los 30 que tenía en 2001 que se hicieron 40 en 2011
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