Ahora bien, encontrarme con personas grandes que viven como propias las desventuras (?) de Susana, por caso, me causa entre pena y risa. En la verdulería escuchaba hablar con pasión a dos señoras de Verónica, que estaba loca, mal. Que no sabían cómo el marido la aguantaba, encima con esa nena enfermita... Los chismes del barrio, pensé... No, era la novela.
Y me juego la cabeza que ni saben cómo se llama la señora de que las estaba atendiendo. La tele es más real.
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