La "maratón gastronómica" que contaba ayer, y por algo que
sentí en casa de Pato, balbuceo...
Los que rondamos los 40 (+/-), ¿se acuerdan de las mesas de la cocina de nuestras casas?. Todo, casi todo pasaba ahí: hacíamos los deberes, se preparaba la comida, comíamos, tomábamos la leche (o el té, depende), las abuelas o las mamás tomaban unos mates. Ahí iban a parar las compras del día, las bolsas con pan, lo que iba o volvía de la heladera...
Y lo más lindo: en las cocinas había espacio para esas mesas. Hoy -ya sé, vida moderna, pero miren dónde nos está llevando-, las cocinas pequeñas, con suerte tienen una mesita amurada que sube o baja; no son lugar para estar, sino lugar de paso. Como estamos medio a mil -desde los nenes con doble escolaridad y extracurriculares a los papás que se matan laburando para sostener eso y tantas otras cosas sumamente necesarias (¿?), ya no compartimos mesa, comidas.... Con suerte, un picoteo de parados entre dos cosas.
Me parece que si volviésemos ahí sería curar a futuro.