No deja de asombrarme como mínimos gestos, que damos por descontados, que salen casi naturales, hacen tanto bien a otros.
O como gestos mínimos, que nos pasan inadvertidos, pueden hacer tanto daño.
Estos días tuve la suerte de poder percibir con fuerza lo primero: estar presente en el casamiento de unos amigos, participar del taller/seminario que dictó otra, pasar a buscar a una para acompañarla porque no camina con facilidad. Mimos, no más, que nos hacen mutuamente bien.
Ojalá crezcan unos y disminuyan otros.
Para mejor. Para el bien. Para bien.
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