Al volver lo hicimos en el camión que lleva, semanalmente, la mercadería de un pueblo al otro: bolsas de maíz, cajones de frutas y verduras, bolsas de fideos secos, harinas, hortalizas, gas en garrafas... Y gente que aprovecha el "transporte". Por momentos el camioncito para y suben algunos, bajan otros, cargan otras bolsas.
Una de las bolsas era de abono orgánico: estiércol de cabras y ovejas. Olor fuerte, claro. Pero luego, mezclado y repartido en la tierra, la hace más fértil, la fecunda y posibilita la vida.
Pensé: como las riquezas: acumuladas, amontonadas, juntas, dan mal olor. Repartidas, es otra cosa...
Me puse ecológico, vea...
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