Al mismo tiempo, por suerte no somos conscientes todo el tiempo de todas las consecuencias de todas nuestras acciones. Si no fuese así me parece que nos paralizaríamos y terminaríamos anulados, sin hacer nada.
Entre el riesgo irreflexivo y el ultra analizador, voy moviéndome, buscando, acertando y errando. Si bien nunca haré bungee jumping -muero de pensarlo-, tampoco dejaré de ir y venir por miedo a que me atropelle un auto.
Digo, hay rangos inmensos de posibilidades. Algunas, al menos, quiero probar. O provocar.
30 de agosto de 2013
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