Mientras hacía orden en casa (lavando ropa, limpiando los charcos que dejó la tormenta, desarmando valijas) escucho que renuncia el papa Ratzinger desde el 28 de febrero. Caramba, pienso. Qué bueno.
Qué bueno que renuncie, aunque hubiese sido mejor que no hubiera sido electo de entrada... Cercano a los 80 años, enfermo, duro -y más duro con los años-, amigo de las derechas recalcitrantes, inquisidor con las izquierdas, aunque fuesen pequeñas. Con dificultades para asumir un mundo cada vez más plural e independiente.
Digo: si a mí, que tengo 42 años, las cosas me superan en ritmos de cambios y debo intentar entender, adaptar, recrear, para alguien que me dobla en edad debe ser más difícil todavía... Por eso no sé si espero demasiado del que venga. Lo que sí espero es que los creyentes que queremos vivir la propuesta de Jesús no nos cansemos de intentarlo. Que no dejemos de hacer lo posible para que evangelio e iglesia sean sinónimos..
Con quién sea. Más allá de quién sea.
12 de febrero de 2013
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2 comentarios:
a mi me dió alegría también y después me sobrevino la certeza que no iba a haber nada nuevo bajo, este sol!
A mi me pareció una decisión muy atinada, al margen de las razones, me parece que deja un precedente. Esperemos un cambio para mejor.
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