He comprobado que mi familia no recuerda algunas cosas hasta que pregunto por ella: algún paisaje, la nieve, alguna melodía: ¡Pero si aún no tenías ni tres años!. Pero me acuerdo de mi tía Coca, cantando unos versos repetidos que, cuando terminaban, era señal que nos íbamos a meter la cabeza bajo el agua.
O una mañana que mientras desayunaba -debían ser vacaciones o un fin de semana-, tocó el timbre una chica, pidiendo algo para comer. Abuela, contrariamente a lo habitual, no le dio nada, quien sabe por qué.
Ese mañana no pude terminar el café con leche.
¿En qué recodo me perdí?
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