Cuando se bastardea la palabra, se bastardea al ser humano. Si la palabra pierde peso, perdemos credibilidad nosotros.
Y cualquier cosa tremenda, terrible, es ¿desmentida? luego con un jaja.
Y cualquier bestialidad dicha por cualquier bestia, es lo mismo que un discurso del Dalai Lama.
Y cualquier declaración de amor, tierna, es lo mismo que un insulto.
Algunos, al menos, creemos que da lo mismo.
30 de agosto de 2011
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