La charla derivaba de un tema a otro, fluyendo. En uno de los tantos momentos nos enganchamos con la protesta estudiantil chilena, de ahí a la educación pública, de ahí a lo gratuito, de ahí a merecer o valorar.
Personalmente, creo mucho en la gratuidad y en su valor inmenso; la misma vida es un puro don que recibimos sin hacer más que nacer. Lo que no quita, que nos comprometamos éticamente con este don. Prefiero el don al merecimiento, al creer que todo es o debe ser agónico, costoso.
Lo que no quita que sienta que fallamos justamente en el compromiso ético, vital, con el don que se nos da. Con todo don. Eso que decían de ser responsables, saber dar respuesta, ser capaz de responder por lo que se nos dio o por lo que logramos.
No es una ética mercantilista del do ut des, doy para recibir. Sino que porque me sé donado, dono. Alguito, aunque sea.
23 de agosto de 2011
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