Hay algo medio enajenante en esto de ver en vivo y directo cómo el mar penetra en Japón, los autos flotan en olas enormes conviviendo con barcos, la tierra se conmueve. Mientras lo miro en la tele, acá hace calor, mucho, los pájaros cantan, el verano no termina de irse, planeo un casamiento que tengo a la noche y preparo el almuerzo.
Hay algo antinatural en el simple hecho de poder comer con esas imágenes adelante, mientras invoco a los dioses de esa parte del mundo para que el reactor nuclear no falle ni tenga fugas. Tan cerca, tan lejos. Tan tremendo, tan natural.
Pensar en las víctimas mientras TN y La Nación, a renglón seguido del desastre y con el mismo tono, hablan de la caída de las bolsas. Decirme y escuchar decir: ¿cuántos son 90.000 desaparecidos? ¿sólo 300 muertos por ahora?.
Que el espanto no nos espante es tremendo.
1 comentario:
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