Lo repetido no le quita novedad: cuando unas mujeres fueron a rendir sus respetos y ungir el cuerpo del que había sido su maestro, descubren que la tumba está vacía.
Alguien -un joven, un par de mensajeros- les interpreta lo encontrado. Mejor dicho, lo no encontrado: el que murió crucificado, ha sido restaurado, levantado, re-creado a la vida.
Ahí comenzó todo.
Vuelvo a este signo, ambiguo, frágil, como todo signo.
¡Qué necesidad enorme de intérpretes!.
Feliz Pascua.
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