-Si con ese escote hasta el ombligo quiere que le mires las tetas. ¿Te creés que soy boluda?.
-blablabla
-No, no digo que me hayas metido los cuernos, pero entendéme, tarado.
-Estoy yendo para casa, ya salimos con los chicos de lo del médico.
-bahhfñurwh
-No, parece que es un bolo fecal, no más.
-A mí no me vas a gritar, ¿quién te creés que sos?.
-Sí, me la bajé ayer. Muy rápida, muy puta.
Fragmentos de charlas escuchadas en un día, yendo en transporte público. Medias charlas, en realidad: eran por celular.
Hay algo en esta exposición descarada de la intimidad que me resulta pornográfico.
9 de febrero de 2011
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3 comentarios:
Que feito. Desde que el celular se hizo masivo, lo que mas me impresiona es eso: ir en tren y enterarme de la vida de medio mundo. Y ver como la gente miente descaradamente ("ya estoy por Martinez", dicho a la altura de la General Paz.)
Y ahora de les ha dado por compartir la música, también: en vez de usar los auriculares provistos con el aparatito, no, ponen el volumen al máximo para que todos disfrutemos del reggaeton... Falta un poco de respeto a los demás y a ellos mismos también.
Sí, hay cierta labilidad en las fronteras público/privado; claro que yo no soy parámetro, pero cuando lo íntimo, más que lo privado está tan expuesto, mmmm.
Y lo de la música ni hablar... Pero la diferencia creo está en que es más una afirmación de poder y pertenencia: "te impongo -aún sin pensarlo- mi música, que me ubica en X sector social, como para que te des cuenta quién soy".
Les encanta que los escuchen (1) no lo dirían por celular en un lugar público(2) no lo dirían a los gritos como para que uno escuche (3) se expresarían de forma tal que si alguien llegara a escuchar no entienda. Menos pornográfico e igual de molesto es lo que pasa con la moda "música sin auriculares".
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