La excusa ayer era que las 3M nos invitaban así comíamos juntos en la casa nueva. Cada quien llegaba cuando podía: cumpleaños, trabajos y esas cosas que hacen que la vida se nos complique un poco. Suena el timbre, Mari abre y, aparece, detrás de ella, Pepi, quien está viviendo en Barcelona hace 7 u 8 años (y a quien no veíamos desde el 2008)... Un par de minutos o más, me costó reaccionar. Mari sabía y fue su cómplice.
Una vez más, la mesa compartida nos hizo de excusa perfecta: con los niños revoloteando, las anécdotas re-tejieron en poco tiempo los vínculos, las historias, las idas y vueltas. De un modo misterioso, somos y no los mismos que éramos antes. De un modo misterioso, cada quien guarda algo de los demás que siento se completa cuando estamos así, perdiendo tiempo, ganando vida juntos.