Me encontré con un conocido, un buen pibe, simple. Le tengo aprecio, así que pueden entender que lo que narro a continuación se dio en un contexto de mutuo cariño.
-Yo no sé cómo no hacen tal cosa, dice, con tono de que no hacer tal cosa, está mal, o, al menos, no está bien.
-¿Vos conocés las razones?.
-¿De qué?.
-De por qué no lo hacen.
-No, pero deberían hacerlo.
-No es tan simple como te lo imaginás.
-Igualmente, deberían.
-Bueno, mirá: cuando tengas todas las variables que evidentemente no manejás, capaz que podés opinar con fundamento.
-Uy, qué soberbio.
-¿Soberbio yo o vos, que opinás, en realidad, condenás, sin saber?.
Insisto, es un buen tipo y nos queremos. En su esquema de bondad, la cosa "debía hacerse", supiese o no las consecuencias, los pros o contras... Porque le parecía que estaba bueno. Que le dijera que no era cómo pensaba, y que no tenía cómo analizar el todo viendo sólo una parte, me hacía soberbio a mí. A él no.
He ahí parte de la punta del ovillo.
1 de octubre de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
aaaaa
el paradigma de la opinion
maldito postmodernismo
que paso con el fundamento?
....se lo llevaron por portacion de rostro.
buen post
abrazo
¡Gracias, Diego!
Publicar un comentario