Fuimos a tomar un helado con Lolis, que está estrenando sus 7 años. La siesta del miércoles nos trajo un calorcito algo más que primaveral. Y me divierte, de cuando en cuando, tomarme no un helado, sino el tiempo para sentarnos a compartir un rato "exclusivo" entre sobrina y tío.
Los helados eran inversamente proporcionales a nosotros: yo uno pequeñísimo, que tiempo atrás me hubiese causado gracia; ella uno grande, contundente. Cuando toma helado, tose y tiembla un poco. Muy gracioso.
Inventábamos sabores de helados que nos gustaría probar: queso, chocotorta, papas Pringles... Charlábamos del cole, las palabras y los números.
Volvíamos caminando, poniendo consignas para cada tipo de vereda: saltar las baldosas, ir por las líneas, no pisar las "rayitas", ir sobre las líneas haciendo equilibrio... Algunas personas miraban medio extrañados. No es habitual, parece, que los grandes juguemos en la calle. Qué lástima, ¿no?.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario