Quienes tienen la suerte de conocerlo, saben de qué hablo: un cielo tremendo de azul, un aire que asusta de lo limpio, una cordillera que desborda presencia, un pueblo que resiste en su cultura.
La boca no para de emitir "Ahhh, ohhh, uuuuuh". Cuando pensás que ya está, aparece otra montaña, otro tejido, otro sabor, otro asombro.
Un lugar común: Purmamarca y el Cerro de los siete colores. Exagerada la belleza.
¿Qué hace a que esto sea dolorosamente hermoso?: lo variado-conjugado-encontrado. Si en un paisaje nos gusta tanto, nos hace gozar y emocionarnos, ¿por qué nos jode tanto cuando se trata de personas?.
Algún daltonismo vital tenemos.
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