Pienso en otras marcas de nacimiento, que lejos de ser antojos maternos, son productos de un entramado social, económico, racial, de origen, tan fuertes que signan más que los méritos o esfuerzos personales: ser morocho, de barrio marginal, pobre, es un triste handicap. Lo veo cotidianamente y no deja de doler.
Ser de clase media alta, de un barrio acorde, suma. Lo veo, y no deja de doler.
Ser de clase media alta, de un barrio acorde, suma. Lo veo, y no deja de doler.
¿Cuánto más hasta la utopía?
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