Otra obviedad: en Cataratas el paisaje está en constante cambio.
El agua corre sin cesar desde hace milenios. Cae en cientos de saltos sin detenerse. La selva avanza en brotes, retrocede en árboles que mueren, amanece en flores, suena en los animales.
Nadie, nunca, jamás ha visto el mismo paisaje que vio otro; ni siquiera estando lado a lado dos personas llegan a verlo. Los miles y miles de personas que estuvieron paradas en el mismo lugar, a través del tiempo, nunca vieron la misma caída de agua, el mismo viento, la misma escena.
No nos bañamos dos veces en las aguas de un mismo río, decía Heráclito.
El río permanece, el agua cambia.
Si esto pasa en el río, en la selva, en el paisaje, con el río, la selva, el paisaje, cuánto más con las personas, las historias, las miradas, las experiencias.
Nosotros permanecemos cambiando. Cambiamos permaneciendo.
Somos y no los mismos. Nos vemos y no de la misma manera.
Nada y todo.
17 de febrero de 2014
Todos los ríos van al mar -Qo 1,7- II
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Borders,
Céteris rebus
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