Lluvia que por momentos es torrente. Cenamos con mis hermanas y sus esposos. Cena "de grandes", sin hijos, nietos o padres. Cristian preparó una carne al horno exquisita (no pudo ser asado, maldito clima), María, ensaladas. Cecilia y Daniel llevaron para el postre, yo unas gasesosas.
Todo es trascendente y todo es anecdótico: nos conocemos de memoria, casi. Nos reímos de nosotros mismos pero en serio.
Aparece, en algún momento, la cuestión de cómo educar, qué cosas/valores/ideas pasamos a los menores, qué hacen ellos/as con esto. Qué cómo cada hijo, hija, con casi la misma educación y crianza, hace luego caminos impensados, divergentes. El margen infranqueable de la libertad. La imposibilidad de sacar cuentas cuando nos referimos a personas, cómo se quedan cortas o largas las matemáticas. Las resiliencias, los cambios, las variables, los asombros y las decepciones.
Nos miro a los tres. Somos casi la prueba empírica de la compartida.
9 de febrero de 2014
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