Nos reíamos, ayer, porque los pequeños pedían sus deseos al ver pasar los globos luminosos: que esta casa sea toda de árboles, algo de unos monstruos. Manu se arrodillaba como rezando cuando formulaba sus deseos. Los mayores disfrutábamos.
Muchos deseos prefabricados, estos días, mucha abstracción (supongo que bienintencionada): felicidad, paz, luz, armonía. Y nunca nos llegan, porque no son deseos pedidos al éter, a los dioses, a los globos, sin el deseo de laburar, de arremangarse, de elegir.
Me deseo, pido para mí, para los míos, quiero buscar: las ganas y el ánimo para poder trabajar a la par del deseo.
Como para dar algún pasito.
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