Invierno aunque el termómetro no lo termine de reconocer.
Cocino sopa de verduras: cebollas, apio, zanahorias, puerros, ají, especias.
Una vez cada diez días, más o menos, preparo una olla grande, enorme. Luego divido: parte a la heladera, parte al freezer.
Pelo y corto, sin cálculo ni receta: la cebolla esta vez no me hace llorar, debe estar más dulzona. De la tabla a la olla, en ordenado caos. Primero sólo las verduras, hasta que cocinen un poco. Luego mucha agua. Me acuerdo que hay un poco de zapallo y cae en la olla también.Fuego lento y esperar un par de horas. No es necesario mirar, revolver o estar pendiente.
De a poco el aroma deja de ser el de las verduras individuales y se transforma en algo más, diferente: olorcito a casa, infancia, abuela, mañanas, vidrio empañado.
Hogar.
14 de julio de 2013
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