A veces pienso que nuestros abuelos, bisabuelos, tatarabuelos, cuando sembraban -literalmente- apostaban y confiaban en el devenir del tiempo, en la sabiduría adquirida. Y rotando cultivos, se aseguraban alimentos variados, constantes. Es un ejemplo, no más.
La amada modernidad hace que, dinero mediante, podamos tener casi cualquier cosa en cualquier momento: duraznos en invierno, por caso. O paltas en pleno verano. Está bueno, es cómodo.
Pero perdimos la espera como momento de apuesta confiada.
Pero perdimos la espera como momento de apuesta confiada.
1 comentario:
Cuanta razón Pablete, lo que planteas me dispara lo mal acostumbrado que estoy a la inmediatez y lo que me cuesta disfrutar los largo plazos. A veces está bueno parar la pelota y pensar que mas importante que llegar es hacer camino.
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