En alguno de los barrios dónde laburé, existía la costumbre, traída de algún lugar del interior, usar la palabra mezquino. La cosa era así: cuando alguien no recordaba el nombre de otro, acusaba a este de ser tan mezquino que ni le dejaba el recuerdo del nombre.
Claro, los freudianos dirían ¿por qué no querés recordarlo?. Otros preguntaríamos: ¿por qué poner en el otro la culpabilidad por la propia falta de memoria?.
De cualquier modo, proyecciones o no mediante, es casi como que el miope se queje porque los demás están más borrosos o pequeños.
Cómo cuesta hacerse/nos cargo de lo que queremos (o no) ver, escuchar...
26 de enero de 2012
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