Mucho, mucho de mi laburo, de mi vocación, además, tiene que ver con la palabra, con decir, con escuchar, con responder, dialogar. Los que leen estas líneas más o menos habitualmente ya lo saben.
Creo que la palabra es la que porta algo de nuestro misterio -"palabra de pie", llaman los guaraníes al ser humano, nos recuerda Bordelois-.
Más por raye personal que por virtud, trato de hacer de la palabra vehículo, tanto mío como ajeno. Por eso gozo cuando puedo recibir la palabra de otro, o cuando otro recibe la mía. Por eso deploro si no entiendo, no comprehendo al otro, a la otra; por eso me violenta cuando malescuchan lo que emito.
Ay, si bajásemos volúmenes y ayunáramos de palabras huecas...
1 de diciembre de 2010
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