Alguien decía que mi planteo era pesimista. No me parece. Optimista, seguramente, no es. Pero ¿pesimista? Diría que no.
Claro: pasa que si lo que te mantiene son las ilusiones, y por más que mil veces te hayas sentido desilusionado, quedando al borde de la desesperación y el llanto, es más simple decir que este planteo es pesimista antes que quebrar unas últimas ilusiones.
No sé, digo.
Espejitos de colores.
Una intuición: la inmediatez moderna (?) atenta contra la esperanza.
8 de enero de 2013
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