Siempre me resulta deseable el silencio o el no ruido. Incluso si tengo la televisión o la radio encendidas, más de una vez no son sino un
ruido blanco, un murmullo de fondo que tiene el mismo valor que oír la lluvia. Si aparece algo que me hace sonar algo interno, presto atención en un 100%; si no, apenas un 10.
Este estarme con pocos decibeles me permite escuchar otras cosas, pausarme entre dos ideas en el medio de una charla, ahondar en un pensamiento.
Dosis de silencios.
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