Enseguida me sonaron Mario Benedetti y la nostalgia del exilio, incluso antes del exilio; Sábato y los monstruos humanos; Vasconcelos y la ternura dura del Brasil; Saramago y las contradicciones humanas; Atwood y lo border de lo cotidiano.
A la vez, me resonó otra teoría peregrina mía: la del bajo continuo: esa música de fondo que aparece en el Barroco, que acompaña, repitiéndose, de principio a fin la obra, que sostiene la idas y venidas de la melodía. Y como mucho de la vida es ir auscultando el propio bajo continuo, sin dejarnos desviar por las notas más virtuosas.
2 comentarios:
Y elegiste un cuadro del clarooscuro. Muy sabio.
Uy boló. Qué loco. Estos días anduve pensando en una idea similar. Me despierta una curiosidad inquietante (duplica!)la música de fondo de nuestras vidas. Eso que sucede en un plano aparentemente secundario, pero, que sostiene. Entonces? No tan secundario.
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