Vino María, una señora pequeña, jujeña, a quien no conocía, cercana a los 50. Hace más de veinte años trabaja "cama adentro" -eufemismo para decir que es mucama las 24 horas del día.
Quería charlar porque estaba triste, dijo. Nos sentamos. Me cuenta que...
Que hace más de veintipico de años que dejó su casa materna para trabajar en Buenos Aires. Que había conocido a un señor con el que noviaba de a ratos. Que lo había dejado un poco de lado hasta que, triste por la muerte de su madre, lo volvió a frecuentar. Que él le hablaba de un futuro juntos. Que le prestó dinero para que arregle el auto con el que trabaja. Que ahora cambió el número de teléfono y ya no la atiende. Que eran sus ahorros de los últimos veinte años.
No sólo le robó dinero; le robó la esperanza.
No importa cuán crédula haya sido: abundan los hijoputas.
22 de junio de 2011
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6 comentarios:
me agarró bronca...
Y si la hubieses visto llorar ni te cuento...
me pasó lo mismo, lo único que las mujeres también lloramos o bueno yo con bronca, lloro!!
A mí me pasó que más que bronca me dio muchísima compasión, mucha pena... Y ganas de cagar a palos al señor ese...
Qué hijo de puta!!!No encuentro otra palabra!!! Pobre mujer...
Una cosa es el que pasa corriendo y te afana la cartera. Otra muy distinta es que la persona que crees conocer, compartís lo que te pasa y pensás que va a estar a tu lado mañana te hago esto, y ya no estamos hablando de la plata. Triste.
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