Decía: mataban al mensajero. Capaz que con ese gesto terrible se quería exorcizar la mala nueva en sí. Como si la vida del portador fuese una inentendible ofrenda a una inexplicable deidad.
Qué horror, pensamos nosotros, más civilizados. Ok, no mataremos al mensajero, pero nos enojamos con el doctor que detecta el tumor, nos peleamos con el docente que pone una mala nota, con el dentista que nos encuentra caries, con la balanza porque nos muestra que engordamos...
Más civilizados no es más inteligentes.
2 comentarios:
Es verdad, muy bueno.
Gracias, Mariana... ¿Se podrá ir corrigiéndolo, modificándolo, revirtiéndolo?. ¡Ojalá!
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