En ciertos momentos tomo conciencia del regalo enorme que es pertenecer a una comunidad, una tribu. En rigor de verdad, pertenezco a varias, algunas de las cuales se superponen, otras no.
Hoy fue uno de esos momentos de dar gracias. Anoche murió Rosita, finalmente. Hoy fuimos a acompañar a su hija y a su familia, parte de nuestra tribu. En un momento, mientras rezábamos juntos un poco, en torno a Rosita, se escuchaba a Benjamín, de casi ocho meses, que "hablaba". Otros, los más grandes, andábamos con nudos en la garganta, apretaditos de emociones raras...
Hicimos un poco de memoria de la vida, nos imaginamos esa mesa grande, compartida, donde unos acá y otros allá nos hacemos mutuamente presentes. La encomendamos a Rosita para que la recibieran Gaby, Julio, y tantos otros, como para que no se sintiese sola y desconcertada en sus primeros pasos en la VIDA.
Después lo agarré un ratito a upa a Benja. Necesitaba cerrar el hasta pronto a una con una bienvenida a otro.
Insisto: está bueno ser tribu.
26 de septiembre de 2010
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1 comentario:
esta bueno...
Cariños
Vale
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