Termina una semana más. Con un par de cosas que tiran un poco para abajo; que son esas que no son nuestras, mías, pero que no dejan de ser propias. Con esa cosa como de impotencia ante el mal que se filtra y está cerca.
Un chico (un nene de 16 años) está acusado de matar a otro de la misma edad. Lo terrible, quien está acusado es exalumno de nuestro apoyo escolar.
Otra: en casa, abajo, de los salones de uso común, robaron unas computadoras -viejitas pero que andaban, una con mesa, incluso- que nos habían donado para los chicos. Robaron con llave, es decir... alguien conocido. Más de 40 personas tienen esa llave.
Obvio que no hay proporción entre ambos hechos; pero ambos son igualmente violentos, cuestionadores, desestabilizantes: ¿quién es tan mierda como para robar en su propia casa?; ¿cómo puede ser que tan chicos ya la vida no valga?; ¿qué estamos haciendo?.
Ah, y por favor, son preguntas al aire, retóricas. No me den respuestas armadas ni hagan juicios que no pido... Comparto, no más.
4 de septiembre de 2010
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2 comentarios:
Te quedaste corto con el insulto del título. Besos y que se solucione / mejore / arregle / encuentre o pase lo que sea que sea
¡Gracias, Nena Magnética!
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