Varios ya me habrán escuchado decir que las palabras no son "malas", sino que las cargamos de significados que las hacen buenas o malas. Ejemplo: proceso es un vocablo que cuesta decir en Argentina; desaparecido, otra. Hasta no hace mucho, el chupete era un pete inocente.
Estos días ya me tienen hasta la coronilla con lo de la discriminación. Dice la RAE: "seleccionar excluyendo" o bien, como segunda entrada "dar trato de inferioridad a una persona o colectividad por motivos raciales, religiosos, políticos, etc.". El uso hizo que fuésemos quedándonos con la segunda. Pero reivindico la primera. Entiendan bien y no pongan sus prejuicios en mis palabras.
Seleccionar excluyendo: si quiero pelar zanahorias, y en el cajón de la heladera hay también tomates, discrimino a estos para quedarme con las primeras. Si tengo varios amigos y quiero ir al MALBA, sé que a Marce no conviene invitarlo, porque se aburre; ergo, (lo) discrimino. Si pinta ir un par de días afuera, sé a quiénes no invito ni a palos si la quiero pasar bien: discrimino. Discrimino la basura, para no tirar plásticos junto con material degradable -oh, dos cosas que son PC e incompatibles: ¿ecología o no discriminación?.
Digo esto porque en la sensibilidad exacerbada de este tiempo, quieren hacernos creer que ambas acepciones se identifican: ya el hecho de seleccionar una parte y elegir otra, es malo; quedarse con algo por sobre otra cosa (desde un puesto de trabajo a un amor) está mal visto. Si no sabés español NO PODÉS atender el teléfono de un consultorio en Argentina, y no, no te estoy discriminando, es que para esto no servís. ¿Querés hacerlo?. Ok, capacitate.
En el fondo-fondo, abogar como algunos lo hacen por la no-discriminación es abogar por la no-diferencia, la no-distinción, el no-discernimiento. Prefiero seguir discriminando.
14 de mayo de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario