"No te pido que pienses como yo: te pido que pienses".
En realidad no creo que la frase anterior sea de mi autoría, pero no recuerdo haberla leído o escuchado. Hace un par de días decidí tenerla -momentáneamente- como frase de cabecera para enfrentar varios costados:
- El disenso: todo bien, podemos charlar; siempre y cuando tengas ideas, todo es charlable.
- El consenso: si nos ponemos de acuerdo, no es porque vos hagas lo que yo digo o viceversa, sino porque nos encontramos en algún punto, no necesariamente intermedio.
- La autoridad: si te pido o digo algo, es porque seguramente lo pensé antes; confiá que miro más allá de mis narices, es parte de mi rol y función.
- La educación: más que me repitas los vocales de la Primera Junta, contame qué proceso los llevó a declararse como gobierno.
- La opinión: para hablar, está bueno saber y además procesar la información.
- La convivencia: si podemos afirmar que nuestras acciones y opciones son discernidas o pensadas, estaremos más lejos de movernos por caprichos arbitrarios.
- La libertad: poniendo palabras propias, podemos ir creciendo en autonomía, ser menos masa.
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