De pronto y sin previo aviso, cae de visita. La primera sorpresa tarda en pasar, hay demasiadas sensaciones que procesar. Cada tanto, no está de más aferrar su brazo como para evitar que escape o se desvanezca y, a la vez, para evitar salir disparado por el aire.
Luego se repite el ritual: mates, preguntas, puesta al día.
Me recuerda eso de ¿los cometas? que cada tanto pasan cerca y, si no los viste y disfrutaste, hay que esperar décadas.
Mientras se vacía el termo, nos llenamos de palabras e historias; de pasados y presentes, raramente de futuro, ese impredecible.
No podemos decir cuándo será la próxima. Sólo estar atentos.
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