Desde las ventanas de casa que dan al este se ve un inmenso álamo americano. Está en en jardín y en estos días empieza a dejar caer sus hojas, muchas. Pero lo que es impagable es que a eso de las 6 pm, se juntan no sé cuántos pájaros a llamarse. No dura muchos días: unos pocos de otoño y algunos más en primavera. Debe tener que ver con la migración, la comida o algo así.
Lo cierto es que cuando se calla el alboroto del colegio de la vuelta, cuando el sol se pone medio dorado, empiezan ellos. No es un canto de esos que suenan a alerta por peligro, ni de esos de cortejo, que son más elaborados. Es como si se diesen la bienvenida, se pasaran una receta o, simplemente, los datos más relevantes del día. Es un sonido que resuena en un momento de silencio único.
En pocos días más ya no se oirán. Está bueno disfrutarlos.
13 de abril de 2010
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