Vuelvo del almacén. La luna inmensa, súperluna, le decían en los medios. Cielo sin nubes. Luz.
La luna me recuerda a la panza y a la madre. Llego a casa y llamo a la mujer de la panza. Hace tiempo que no hablábamos. De adolescentes/jóvenes compartíamos noches de mates interminables y ceniceros colmados, vaciados, vueltos a colmar.
Me responde a las pocas llamadas. Nos reencontramos en la emoción. Nos queremos hace mucho. El niño es para comienzos de enero. Apareció sin pedir permiso, sorprendiendo, alegrando.
Cuando cuelgo vuelvo a mis 17, muchos años después.
No hay comentarios:
Publicar un comentario