Gente que se dio una vuelta


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30 de diciembre de 2013

Super barbie

Un señor que se hizo no sé cuántas cirugías para parecerse a Superman. Una señora que se quiere parecer a la muñeca Barbie. Googleen, aparecen en seguida.
Como fuere, quieren alcanzar ese ¿ideal? de belleza.

Entre las preguntas que se me aparecen:

  • ¿Sabrán que ambos, la muñeca y el superhéroe- son ficticios?
  • Los que los operan, ¿lucran solamente o es complejo de Pigmalión?
  • Ponele que nariz, pechos, te acomplejen, todo bien. ¿Pero querer ser tan otro?
  • ¿Con quién me relaciono si me los encuentro? ¿Con este señor, esta mujer, o con lo que quieren ser?
  • ¿Cuáles son mis propios modelos -de belleza, estéticos, morales- y cuánto estoy dispuesto a sacrificar por ellos?
  • ¿Los modelos son externos, no más o están internalizados?

Quién sabe.
Yo no.

29 de diciembre de 2013

Esclavos siglo XXI

Leo que en cinco años rescataron casi seis mil personas víctimas de trata (http://www.telam.com.ar/notas/201312/46340-la-articulacion-estatal-permitio-rescatar-a-5974-victimas-de-trata.php). Casi mil doscientas por año. Más de tres por día. Trabajadores clandestinos, mujeres prostituidas, migrantes mantenidos en condiciones infrahumanas.

No salgo del estupor. Es mucha gente. Muchas personas que atraviesan un infierno. Otras que permanecen en él: hacinados, mal alimentados, con pésima higiene. Más estupor y horror me produce saber que hay quienes causan esto, quienes se benefician de la explotación ajena, continua.

Me espanta sabernos inmersos en esta deshumanidad.
Me duele profundamente que no nos duela más.


28 de diciembre de 2013

Una de cal y una de arena

Crecí con fama de ser torpe. Fama medio merecida, a decir verdad, aunque exagerada. La leyenda familiar dice que no pasaba día sin que volcase un vaso y una vez por semana probablemente lo rompiese.

El tiempo me fue mejorando: hay cosas en las que ya tengo un master de torpeza; en otras me sorprendo: no te digo que te haga un revoque y lo aplique con fratacho, pero me las arreglo lo suficiente como para sentir un subidón de testosterona.


Lo que todavía no logro es  dejar de romper cosas en lugar de arreglarlas luego.

No se puede todo.

27 de diciembre de 2013

Canícula

Un día agobiante, pegajoso, luego de varios días igualmente calurosos. Las noches no bajan de 30º y dormir se me hace casi imposible.

Pasada la Navidad, me hice un rato para ir a visitar a mis compadres y llevarles los consabidos regalitos a los niños. Esperar el colectivo era asarse a fuego lento. Llegó, subí. Vi que varios ni nos apoyábamos en los respaldos de los asientos.

Desde donde me deja el colectivo hasta la casa hay unas seis cuadras. Pocas, pero con la sombra escasa se hacen más largas. Hay un Carrefour a mitad de camino. Entro, tomo una canasta, paso las cajas, doy toda una vuelta, casi góndola por góndola. Siguen las ofertas navideñas: muchos juguetes, garrapiñadas, champagne. Miro un poco los precios. Doy más vueltas. No compro nada.

Dejo la canasta vacía en la entrada. Salgo.

Todo sea por 10 minutos de aire acondicionado.

26 de diciembre de 2013

Linealidad

Los cuentos de la infancia, los clásicos, los de siempre. Con malos malísimos que le hacen la vida imposible a las princesas bellas que necesitan ser rescatadas por algún príncipe que aparece y salva la situación posibilitando que sean felices y coman perdices. Tesoros en cuevas. Frijoles (porotos, judías) que brotando llegan al cielo.

Los relatos que forman y deforman.
Personas grandes que siguen esperando príncipes o princesas.
Que creen que las brujas tienen verrugas, gatos negros y escobas.
Que un hada madrina agite la varita y aparezca lo que haga falta.
Que un ábrete sésamo nos haga ricos.
Que la magia suplante al riesgo, el aprendizaje, el error, el acierto.

Forman. Deforman.
Deforman.

25 de diciembre de 2013

Navidad

Me encuentran vago.

Les comparto, no más, parte de algo que escribí en estos días pensando en la navidad. Mejor dicho: sobre lo que sigue a la navidad, demasiado edulcorada para mi gusto...

Como creyente en Jesús, en su proyecto, en su Palabra deseo que este Dios amante del ser humano nos abrace. Nos humane. Nos hermane. Nos contagie la felicidad del Reino, esa que nace no de la anestesia sino de la búsqueda renovada de justicia, misericordia, paz. Felicidad vivida en medio de luchas y tensiones, con los “ojos fijos en Jesús” (Heb 12,2).

Que cada una, cada uno, creyente o no, cristiano o no, nos humanemos, nos hermanemos.

24 de diciembre de 2013

Espacios en blanco

Las mañanas están siendo silenciosas. No hay clases en la escuela que linda con casa, es eso. Aparecen otros sonidos menos estruendosos. 
Aprovecho el silencio. Lo disfruto.

Escucho a la vecina que riega. Otro vecino pone en marcha el auto y saluda a su hijito antes de salir. Pájaros, muchos pájaros: los que nacieron a mediados de primavera están aprendiendo a volar. Sonidos que no rompen el silencio sino los habitan. 

Como la pausa en una charla: le da lugar a la palabra que será dicha y recibida. Como el hueco en la palma de la mano. Como el aire.

23 de diciembre de 2013

Genio y -des-figura

En muchos momentos quisiera desconectar el cerebro, no pensar, desentenderme de las consecuencias de mis acciones, no ser responsable, fluir sin preocupaciones, como los gatos caer siempre de pie, no pensar más que en mí mismo, ser superficial, dejar que los demás hagan mi tarea, hacerme el tonto, mirar para otro lado, no tener conciencia, ser pura pulsión.

Me dan envidia, profunda envidia quienes pueden hacerlo, quienes alegremente van así por la vida, impunes e inmunes. No puedo. No me sale.

¿Es bueno, es malo? Qué sé yo. De a ratos quisiera culpar al deber ser, pero ni siquiera.
No puedo dejar de ser yo, con lo que me gusta y lo que me pesa. Quélevamosahacer...

22 de diciembre de 2013

Quién de nosotros

Acompañando a un pibe adicto a las drogas. 

Anda entre los 25 y los 30, tiene un hijo que no ve -nacido de una relación ocasional, que devino por un tiempo breve pareja y no llegó a ser familia-. No lo ve porque la madre tiene miedo: lo soportó mal más de una vez; ella quiere evitar riesgos.
Él trabaja bastante bien, pero entre la merca, las pastillas, lo que le pasa a su hijo, no hay dinero que le alcance. Hace horas extras. Para hacerlas, consume. Vive con sus padres, es el mayor de siete hermanos. 

Quiere salir. Razona y sabe que la está pasando mal y que (le) está haciendo mal a él, a sus vínculos. Pero la razón no es suficiente para dejar la adicción. Hace falta más. No tiene ese más.


No delinque, no es socialmente marginal, no es de los que nos asustan en nuestros prejuicios.
Una historia común. Normal. No muy lejos de las de muchos y sin dudas una vida más fácil que las vidas de otros.

¿Dónde se bifurcan estas historias? ¿Qué nos diferencia? 
Misterios.

21 de diciembre de 2013

Segundas partes

Estaba por llamarte (pero tenía cosas más importantes)
Ya mismo estoy saliendo (saliendo de la ducha)
Veámonos antes de fin de año (con cruzarnos ahora ya tuve suficiente)
Vos hablá que te escucho (aunque no sé qué decís)
No tengas miedo, no duele nada (si te digo la verdad, huís)
No por hablar mal, pero (si no hablo mal, en realidad no tengo nada para decir)
Si te digo, te miento (y si me callo te engaño)
No sé qué me pasa (sí, lo sé, pero si te lo digo me internan en un loquero)
La verdad es que (es que esto es una excusa)

Cuando digo o escucho frases como las primeras, en mi cabeza aparecen las segundas partes.
La convención cultural es más fuerte que la verdad. O, al menos más agradable. 

20 de diciembre de 2013

Tempus fugit

La inmensa lentitud del tiempo sólo es comparable con su terrible velocidad.

Esperar un llamado roza la eternidad. En dos suspiros el que ayer teníamos en brazos termina el colegio.

Ante un test de embarazo se detiene el reloj. Lo mismo en la sala de espera del médico. Una vez que aparecen o no las rayitas o nos revisan, se precipitan los segundos.

Los últimos cinco minutos de la semana laboral duran lo que la misma semana. El fin de semana, cinco minutos.

Ni hablar de lo que tardábamos antes en ir de Navidad en Navidad: parecería ahora que hay varias por año.

No somos nada. O somos demasiadas cosas.

19 de diciembre de 2013

Por delante

Me cuelgo pensando, de nuevo.  
En un par de meses más cumplo 43 años. Probablemente haya pasado ya la mitad de mi vida. Hacia adelante me queda menos que lo que he vivido hasta hoy. ¿Cómo quiero vivirlo?

Siento que mucho de lo vivido hasta esta parte hizo crisis cuando atravesé una depresión muy grande. Una crisis buenísima que me lleva a saber hoy qué cosas no quiero de ningún modo. Una manera también de reconocer y valorar cosas mías que me dan gozo. Otras que no me banco ni yo mismo, seguro. Una manera de reconocer-me autoridad, autor, ya no por haber leído o estudiado o sentido, sino porque lo sé.
Al mismo tiempo, con la certeza de ignorar un montón de otras cosas, de sentir que hay miles que nunca alcanzaré ni a vislumbrar y decenas de miles que ni me importan.

Está bueno afirmarse. Está bueno respetarse. Está bueno ser transitorio y permanente. Está bueno ser firme y seguro y avanzar tanteando. Todo.

18 de diciembre de 2013

Palabras que salvan

De eso no se habla, ese es uno de los mandatos con los que muchos hemos crecido. Eso podía ocultar múltiples asuntos: sexo, política, enfermedades, parientes raros, asuntos familiares vergonzantes o vergonzosos, religión, dinero...

El silencio es salud rezaban unas calcomanías en la época de la dictadura militar en Argentina, reforzando la idea de que mejor era callar, estarse silente. 

Luego de 30 años de democracia, inmersos en una cultura que de lo más íntimo hace publicidad, que no tiene empacho en hablar de orgasmos a la hora de la siesta, agradezco a cuántos susurrando, en clave Morse, escribiendo o cómo fuere, nos pusieron a salvo las palabras.

Hablar, decir, sacar afuera, acoger la palabra ajena, hacer silencio no para callar sino para recibir.
Ah, qué placer...

17 de diciembre de 2013

Irrupción

Treinta años atrás nacía mi primera sobrina. Inesperado el parto. Un embarazo que transcurrió a más de mil kilómetros. Mi hermana mayor y su marido recibieron un llamado telefónico avisando que había una beba esperando a sus padres. Allá fueron.

Volvieron a la semana, muy cerca de navidad, con un bulto minúsculo, con una pelambre negrísima, mínima bebé en un moisés que parecía enorme. Habían –habíamos- adoptado a Natividad y se estrenaban todos los parentescos: primer hija, nieta, biznieta, sobrina…  

En la inmensa maraña de primos y tíos estrenábamos un vínculo no sanguíneo. De buenas a primeras se inauguraban un montón de sentires, amores, cariños. Aparecieron palabras que se hicieron cotidianas: adoptar, Neuquén, mapuche, sur, tenencia, Nati.

Treinta años después, ella misma es madre de dos niñas que corrieron los parentescos un grado más: de padres a abuelos, de hermano a tío, de abuelos a bisabuelos, de tíos a tíos abuelos.

Bendecidos.

16 de diciembre de 2013

Cercano infierno

Casi 30º a las 0,30. Se cortó la luz en el barrio. Cayó una lluvia fuerte que levantó vapor de las
calles. Afuera está agradable mientras las casas guardan el calor de unos días infernales. Hasta las paredes siguen calientes. Dormir, misión imposible: no hay aire y ni siquiera el consuelo de un ventilador como para engañar. Consolarme (consuelo tonto, como la mayoría) pensando en quienes viven habitualmente sin nada.

Gracias a los dioses la tablet está cargada y tengo varios libros electrónicos. Leo, me adormezco, despierto, Repito la secuencia ciento treinta y ocho veces. Me ducho como para engañar al tiempo, al clima y para hacer algo. Hierve el agua fría. Vuelta a la cama a leer, adormecerme, despertar.

Cerca de las 4,30 regresa la energía eléctrica. Apagar las luces que quedaron encendidas. Poner el ventilador a toda velocidad. Calcular que si me duermo ya mismo, tendré tres horas de sueño.
Suena el despertador. Otro día.
Socorro.

15 de diciembre de 2013

Posible yo

Disfruto el anonimato. Es decir, estar lejos del lugar habitual, de las personas habituales y sentir que puedo ser yo sin el entorno habitual. ¿Un yo más puro? No puedo decirlo con exactitud. Sí, al menos, un yo que no responde a la mirada y exigencias del otro. 

No quiero decir con eso que este yo sea diferente a mi yo diario. Sino que siento que al estar en un espacio no habitual, donde no hay historia previa, donde sólo estoy en presente, sin pasado, sin futuro, 

Estando de vacaciones o de viaje es dónde más lo noto y siento. Puedo ser cualquier cosa, cualquier persona y, a la vez, siento que soy profundamente yo mismo. 

14 de diciembre de 2013

Vampiros

No, no me puse esotérico ni me di una sobredosis de la saga de Crepúsculo -no puedo verla, es imposible pasar de la primera media hora-. Tampoco pienso en Drácula o en los modernos, pansexuales y lindos de True Blood. Nada de eso. Más reales.

Personas que absorben la energía de los demás. Lo siento con algunos. Me pasa con un par. Más de un par. Varios. 
Comenté con otros esa sensación. La compartían.

No son personas malas, no son especialmente pesados o cargosos, no se destacan por problemáticos. Sin embargo cuando estamos con ellos nos da sopor, o nos duele la cabeza, o cuando se van quedamos de cama.

¿Energías que se cruzan? ¿Una manera primitiva del cuerpo de defenderse?
Ni idea: pero intuyo que algo similar habrá inspirado tantas leyendas un poco más sangrientas, mucho más simbólicas.

PD: acabo de googlear para conseguir alguna imagen. Aparecen los "vampiros energéticos". Caramba.

13 de diciembre de 2013

Por quién

Por, a través, en lugar de, a causa de, por culpa de, en favor de.

Lo hago -me angustio, cocino, como, pierdo, gano, sufro, triunfo, lloro- por vos. ¿en mi lugar, por mi causa, por mi culpa, a través mío, en mi favor? 

Abismos entre unas y otras opciones y concepciones que van desde la gratitud - te quedaste despierto por mí, ¡gracias!- a la extorsión -si me dejás me mato por vos-, la sustitución -lo hizo por él, para que no se cansase-.

La plurivalencia de tres letras puede dar por resultado desde un culposo neurótico, al estilo por mi grandísima culpa,  hasta un egocéntrico sin cura: el mundo gira por mí. En el medio los mil matices.

12 de diciembre de 2013

Nada. Todo.

Días en los que no (se me) ocurre nada.
Las cosas (me) pasan casi sin notarlas. Rutinas, más que nada.

Incluso lo distinto, lo extraordinario se hace rutina.
La hermana rutina que es el lugar donde habito. Un lugar cotidiano y cálido.
Como una noria, sí. También como un viaje en globo. Como muchos viajes en globo.

Abrazarla y recibirla para luego extrañarla, cansarme de ella y desear un recreo.
Sumergirme en su ritmo calmo y vertiginoso.
Otra vez.
Otra vez.

11 de diciembre de 2013

30 años

Los 30 años de democracia continua en Argentina nos encuentran con tensión. Aprovechando las
protestas policiales en varias provincias algunos inadaptados saquean, violentamente.

En Plaza de Mayo celebran los 30 años -de paso digo, me hubiese encantado ir-. Unos prefieren que haya duelo nacional -por los muertos en estos días-. Otros replican las alarmas, por dudas, para que no falte confusión y caos. Todo junto. Todo cierto.

Sin duda me duelen las muertes. Sin duda repudio los saqueos. Sin duda creo que la policía debe responder por su correrse de las responsabilidades. Sin duda los gobernantes deben dar soluciones a largo plazo. Sin duda no es lo mejor.

Pero, más que nada, sin ninguna duda, ¡sigo agradeciendo la democracia!

10 de diciembre de 2013

Bestias y bellos


La belleza y la bondad en la concepción clásica griega son intercambiables: el término kalós, bello/bueno. En algún momento, se comenzó usar sólo para lo bello estéticamente mientras que lo bueno pasó a ser agathós.

En español tenemos bonito como sinónimo de bello cuando, en realidad, es diminutivo de bueno (buenito). Pareciera que detrás está la misma intuición: lo bueno es bello.

La maldad, lo malo, afea: deshumaniza. Un rostro desfigurado -ya sé, no es políticamente correcto, pero seamos honestos- nos repele porque ¿oculta, perdió, no tiene? belleza. Un delincuente descorazonado es un monstruo, aunque tenga cara de galán.

No sé qué quiero decir.
No sé si me entiendo.
Pero sí.

9 de diciembre de 2013

Tener parte

Sábado a la noche. Calor. Asado con gente amiga.

Vamos y venimos en las conversas; las diferentes charlas se entrelazan, disparan otras nuevas, llevan a las anteriores. Un poco de carne nos distrae -nos concentra en ella misma-.

Pasan por las palabras conocidos, política, amigos, país, dios, Dios, profesiones, vocaciones, familias, decepciones, algunos sueños que quedan. 

No nos tomamos demasiado en serio nuestras "soluciones y propuestas", pero sabemos que deseamos en serio algo bueno, grande, mejor.
Siendo parte.

8 de diciembre de 2013

Líneas no-divisorias

¿Línea corta o línea larga? Esa pregunta acompañaba cada nueva tarea en el cuaderno de clases. en los primeros grados. Si corta, era apenas unos centímetros en el centro de la hoja; la larga, desde el doble borde azul del margen hasta el final, cubriendo todo el renglón.
Me pregunto cuál sería el criterio: ¿áreas, temas, días? No es claro: teníamos cuaderno de clases y el de tareas para el hogar y creo que en ese momento las "materias" convivían promiscuas.

Se me presentaba esa pregunta inocente que sentíamos importante al sentir que me resulta muy difícil separar algunas cosas. Si estoy preocupado, no puedo trazar una línea larga que separe la preocupación de las demás cosas... cuando mucho, un par de líneas cortitas, que le permiten filtrarse hasta en los sueños. Si alegre, lo mismo.

Envidio profundamente a quienes pueden poner cada cosa en su cajón mental, trazar límites entre lo que sienten, lo que piensan, lo que hacen. Líneas largas o cortas que los ordenan. Lo mío es un caos casi continuo.

7 de diciembre de 2013

Yo, ansioso.

Pasado el mediodía vuelvo a casa. Mientras subo la escalera oigo que suena el teléfono. Me apuro, abro, largo las bolsas que traía y no llego a atender. No dejaron mensaje. Me quedo esperando que vuelva a sonar. Nada.

Cocino algo, lavo verdura, preparo una ensalada. Nada, el teléfono mudo.
Me siento a comer. Nada. Miro un rato de TV. Nada.
Ya pasó como media hora y el teléfono no volvió a sonar.
Me inquieta no haber llegado a contestar.
Más aún me inquieta saber que probablemente nunca sepa quién me llamó.

Me inquieta mi inquietud. 

6 de diciembre de 2013

El manto de Elías (2Re 2)

Murió Mandela. Supe de él en primer lugar mediante Desmond Tutu, el arzobispo anglicano Nobel
de la Paz, negro también, luchador como él contra el apartheid.

No sé mucho sobre él, pero hay algo que me atravesó cuando lo conocí: que el señor este, luego de 27 años de prisión, luego de una vida de segregación, luego de que lo hicieran sentir extranjero en su patria por su color -cuando los extranjeros eran los blancos-, luego de todo eso, no se vengó, no quiso revancha al ser el primer presidente verdaderamente democrático, no se enquistó en el odio sino que tejió comunión, reconciliación.

Me descolocó su grandeza en ese momento. Me descoloca ahora, cuando me siento enmarañado en rencores y mezquindades por cosas mínimas, ínfimas.

Que muchos, muchas recojan su espíritu, sean -seamos- cubiertos con su manto.
Amén.

5 de diciembre de 2013

No tan lejos

Las imágenes de los saqueos en Córdoba -mientras la policía no actuaba porque estaba con cuestiones salariales, la provincia no se comunicaba para pedir ayuda en Nación, Nación no terminaba de decidirse a intervenir y mil cosas más que se me escapan o no entiendo-, las imágenes, decía, me rebelaban.

¿Hasta dónde llegan los principios? ¿Cuándo dejamos de ser honestos, nobles, sinceros?

Me recordaban como en el 2001, con el país hundiéndose, gente conocida, con las necesidades básicas más que cubiertas, arrasaban el Carrefour de San Fernando: el del centro de San Fernando. Escudándose en la turba que despreciaban -esos negros-, no dudaron en robar y romper. Las cámaras los grabaron. Una pequeña vergüenza.

Gente que hoy sigue mirando con desprecio a los pobres, a los delincuentes. Gente que habla de corrupción y delito dictando cátedra. 
Pienso, también: si nos garantizasen impunidad, silencio, lo que fuere, ¿seríamos igual de honestos o deshonestos?

Quisiera decir que sí pero ya no sé.

4 de diciembre de 2013

Compráme

Cuando era chiquito tenía una teoría -y recuerdo habérsela comentado a mi madre-: las cosas que tenían mucha publicidad la tenían porque eran malas y se las querían sacar de encima. Por eso les hacían jingles, fotos, publicidad en la tv, radio... 

Creo que la responsable de esa teoría fue la campaña de una heladera nuevísima y moderna -tan moderna como podía serlo a fines de los '70-. 

Veo en la casa de fin de semana de una prima, ahora, que la Siam que había en casa de mis padres en esos años sigue sirviendo, humilde, de heladera auxiliar. Mi padres van por la tercera o cuarta desde esa.

Mantengo mi teoría, con algunos retoques y no sólo para heladeras.

3 de diciembre de 2013

Enganchados

Me encanta cómo las ideas/experiencias/saberes se van entrelazando unos con otros en cadenas impensadas. 

Una de las síntesis que siento voy haciendo en este momento vital es el maravilloso entrecruce de cosas diversas, variadas, viejas, nuevas, que se van llamando mutuamente. En unas, varias en verdad, puedo rastrear el eco bastante tiempo atrás. Otras son más novedosas. Todas van encontrándose de modos más o menos desordenados.

¿Leí alguna novela? Salto al momento histórico reflejado; intuyo la ideología de quien escribe; veo reflejadas cuestiones religiosas o de género. 

Por momentos no sé bien de dónde vienen, por qué aparecen, a dónde llevan.
Pero están. Se encuentran, tiran unas de otras para salir, para decirme algo.
Escucho.

2 de diciembre de 2013

Aspiraciones

Una de las máximas del budismo, una de sus verdades nobles, es que el origen del sufrimiento es el deseo, el anhelo. Dicho rápido, para eliminar el sufrimiento hay que eliminar su causa: si no hay deseo, anhelo, no sufrimos. 

En cierto sentido, adhiero: hay mucho deseo inútil que causa sufrimiento inútil. Es un deseo que pongo cerca de la envidia, del consumismo, del egocentrismo. 
En otro sentido, no adhiero: hay mucho deseo que potencia el desarrollo, el encuentro, el crecimiento, la búsqueda constante. 

Eliminar el deseo lastre, afianzar el deseo que eleva.
Deseo desear bien.

1 de diciembre de 2013

Atravesados

Charlaba con alguien que tuvo un burn out muy grande del que no termina de recuperarse del todo decía:

-Por momentos no quería vivir más, nada tenía sentido. No tenía fuerzas y me daba pánico pensar en el mañana, no en el futuro: en el día de mañana. Físicamente no podía más que pasar de la cama a una silla. No podía concentrarme ni para ver la televisión. Sentía que nunca más iba a ser el de antes. Es una bendición haber vivido esta experiencia tan fea. Me siento más compasivo, con mayor capacidad de empatía, más humano.

Mientras escuchaba sentía y pensaba: qué bueno capitalizar situaciones así, encontrar en la herida la sanación, en la muerte descubrir posibilidades de vida. Al mismo tiempo pensaba y sentía que es una lástima tener que lpasar por tanto para llegar a tanto: ojalá nos avivásemos antes.