Gente que se dio una vuelta


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30 de noviembre de 2013

Horror vacui

Si visito a alguien que vive en un edificio de varios pisos, me gusta asomarme por el balcón. En realidad la altura me da un poco de miedo, así que me asomo haciendo contrapeso con la cola, no sea cuestión que la cabeza haga peso y caiga. Y me aferro a la baranda del balcón, por dudas que el viento sople fuerte y me vuele. Lo sé, no tiene lógica. Nada tiene lógica. Podría no asomarme. Sé que mi cabeza no pesa tanto. Sé que es improbable que haya un viento capaz de levantarme. Pero hay algo en el vacío que me atrae y aterra: necesito mirarlo.

Siento que el miedo tiene que ver con una duda básica: ¿qué pasa si el vacío me atrae demasiado?; ¿qué pasa si me dejo ir?.

El vacío, la libertad, la locura, el riesgo, la muerte, la nada, dios, Dios. Llaman. Atraen. Repelen.

29 de noviembre de 2013

Desde el norte

Vuelvo cada tanto al Norte del país. Al paisaje y a la gente. A los compañeros de viaje. A las comidas. A
los traslados de un lugar a otro. Al sol pleno. Al fresco de la noche. A la historia. A las historias.
Me vinieron ganas de sentarme en la plaza de Purmamarca a ver, a ver nada y todo. A comer un sandwich enorme de jamón y queso preparado ad hoc. Una manzana. La brisa debajo de los árboles. Ver muchas posibles fotos pero no sacarlas: eso, no quitarlas, sacarlas, tomarlas, sino dejarlas. Los puestos que rodean la plaza, los colores tierra de las casas, los del cerro, los de las mantas. Un par de pájaros que toman agua de la canilla que gotea y se acercan a comer las migas que dejamos caer. El perro infaltable. La siesta que se avecina y baja el ritmo.

Sentir, profundamente, que soy ajeno y a la vez, sentir profundamente que podría ser mi lugar. Que lo es.
Deseos.

28 de noviembre de 2013

Pequeñas diferencias

La corrección política llevada al extremo: circunloquios, supuestos, eufemismos.

"No veo razas, veo personas, no más", le oí decir a una persona bastante cercana que vive hace décadas en Estados Unidos cuando le pregunté por el amigo de su hijo, el que era negro. ¿No distinguís un negro de un mulato, blanco, mestizo? Es preocupante, tendrías que ir al oftalmólogo porque tenés un serio problema de acromatismo, pensé.

Iba por otro lado: reconocer la diferencia, decirla, en la cabeza de esta persona -¿de esa cultura?- es lo mismo que despreciar lo diferente. Y como eso sí que estaría mal, mejor es decir que no hay diferencia, que todos son iguales, confundiendo así la igualdad política, de derechos, de obligaciones, con una uniformidad que es impuesta, que es imposible.

Pero que queda mal nombrar.

27 de noviembre de 2013

Olores que matan

Estábamos en el campo. Íbamos a pasar un par de días en la casa del familiar -¿abuela, tío?- de un amigo. Después de un viaje interminable en tren, llegamos. Los caseros habían abierto la casa principal para que se ventilara. Había, sin embargo, un olor raro, húmedo, animal que no llegaban a cubrir ni las flores ni los espirales contra los mosquitos.

-Es olor a guano de murciélago

Ni en mil años hubiese adivinado. Hoy es un aroma que reconozco, que se sumó a mi registro olfativo.

Pensaba análogamente: hay otros registros, capaz más intelectuales unos, más intuitivos otros, que me hacen oler y reconocer cosas que por ahí para otros pasan inadvertidas. Y no entiendo cómo pasan inadvertidas, cómo no es evidente. Ahí recuerdo el olor a guano de murciélago.

Si no hacés experiencia, si no te animás a oler, difícil que lo notes.
No podemos, no puedo oler por el otro. Aunque apeste la realidad.

26 de noviembre de 2013

Tiempos de ida y vuelta

Puedes venir a reclamarte cuando quieras.
He conservado intacto tu paisaje.


Mario Benedetti, Asunción de ti.

¿Dónde queda lo que fuimos?

Pasó ayer a la tarde Mariu, con quien no nos veíamos hacía tiempo. La pequeña que conocí de 15, 16 hoy es una mujer de 31, pediatra, a punto de realizar la segunda rotación en su área en el exterior, separada recientemente de su pareja.

Compartíamos un poco de nuestro presente; traíamos la memoria del pasado compartido más cotidianamente. En este momento ella es mayor de lo que era yo cuando nos conocimos. Pasó el tiempo. Nos pasó el tiempo.

Pero cuando conversábamos, cuando la despedí, sentía, sentí que lo que fuimos no está lejos: está en lo que somos hoy. Cerrando los ojos, escuchaba a la joven de 16, contando las cosas de la mujer de 31.
Lo que fuimos estaba en nuestro pasaje mutuo: el de antes y el de hoy.

25 de noviembre de 2013

Diversas (in)tolerancias

  • raza
  • género
  • orientación sexual
  • religión
  • lugar de nacimiento 
  • origen social
  • idioma
  • color de la piel
  • del pelo
  • trabajo u ocupación
  • profesión
  • elección vocacional
  • el lugar donde se habita
  • la cantidad de educación formal recibida
  • el acento
  • gustos musicales/deportivos
  • equipo de fútbol
  • opciones políticas
Una breve lista de motivos para sentirse:
  • superior
  • inferior
  • par
  • discriminado
  • discriminador
  • incluido
  • incluyente
  • de mente abierta
  • de mente cerrada
  • demente
A elección honesta: ¿quién no se anota en un par?

24 de noviembre de 2013

Ojos de cielo

"Fernando se acercó y el niño lo rozó con al mano:
-Decíle a...-susurró el niño-
-Decíle a alguien, que yo estoy aquí"

(Nochebuena, El libro de los abrazos, Eduardo Galeano)

Me enganché con la mirada que se niega, que niego, que me es negada.

Pensaba en cómo evito hacer contacto visual con quien percibo que quiere pedirme algo: sea quien mendiga monedas, quien quiere tiempo. 

Pensaba en cómo no miro al costado cuando en el costado están los pibes fumando, tomando, perdiendo vida.

Pensaba en cómo ser mirado, reconocido. Ser destacado de en medio de otros. Rescatado por la mirada.

Pensaba en cuánto hacemos para ser mirados: los gritos, los maquillajes, las ropas -metáforas- para ser elegidos.

Reviví momentáneamente, miradas que me salvaron, miradas con las que condeno, miradas que me dan aire, miradas que piden: decíle a alguien que estoy acá.

23 de noviembre de 2013

Palabras de peso

Todo Nada Siempre Nunca

Absolutas. Palmarias. Inevitables. Determinantes.

En talleres o cursos que he hecho repetidamente aparecía lo fuertes que son estas palabras: todo, nada, siempre, nunca. No dejan lugar, ni un resquicio, a otra posibilidad.

Nunca me escuchás.
Siempre lo mismo.
Nada me conforma.
Todo está mal.

Aparecen en reproches, en acusaciones, en mucho de nuestro deber ser.
Claro que hay nuncas, siempres, todos y nadas que son deseables. Limitados por peso que les ponemos:

Nunca más me vas a pegar.
Siempre me sentí amado.
Nada me quita la paz interior.
Todo ser humano es mi hermano.

Nunca dejes de amar.
Siempre rechazá la injusticia.
Nada está perdido.
Todo pasa.

Depende.

21 de noviembre de 2013

Chispazos eternos

Visitaba a un vecino que está internado desde la semana pasada. Hasta ese momento estuvo en su casa, luego de una operación que lo postró y con un cáncer que no le dio tregua -y que no terminaron de blanquearle en un intento de protegerlo-. La cuestión es que desde el miércoles de la otra semana lo han internado y ya lo han sedado para evitarle más dolor. 

Un par de días atrás, charlando con la esposa, le comentaba que sería bueno -y doloroso- que aprovecharan este momento para clarificarle la situación y poder despedirse, cosa que antes de la sedación tuviesen él, ella, la hija, la posibilidad de decirse hasta luego.

Hoy lo visitaba, decía, y estábamos ahí, rezando, despidiéndonos; él ya sumido en el sopor de la inconsciencia, los demás diciéndole cosas con cariño, bendiciendo su vida, asegurándole y reafirmando su amor por él, acariciándolo... 

Esos momentos duros, dolientes, esperanzados...
Sagrados.

El tiempo (no) pasa

De las cadenas que llegaban por correo, en hojas de papel, a las que invaden el correo basura de las casillas electrónicas.
De las cadenas de oración sinceras a darle me gusta y compartir a cuanta cosa ande en Facebook o Twitter y con eso satisfacernos.
El cuento del tío en el que cayeron nuestros mayores fue es reemplazado por los mensajes que adjudican préstamos y autos.

Hay un dejo fetichista y mágico que crece a la misma velocidad que la tecnología  y la inventiva para seguir reciclando esperanzas y engaños.

20 de noviembre de 2013

No tan sapiens

Los pintores renacentistas -no sólo ellos- proyectaban en el pasado sus propias costumbres, modas, maneras de entender el mundo. Aparecen así Madonnas que representan a una campesina galilea del siglo I vestidas como señoras ricas de la Florencia de los Medici. Aparecen también escritores que ponen en personajes anteriores a la era cristiana pensamientos eclesiásticos medievales.

La Ilustración comenzó a hacernos conscientes de la historicidad; Internet nos regaló el pasaporte de ciudadanos globales; en Argentina vemos canales de TV europeos, norteamericanos.

Pero siento que seguimos como si nada, poniendo nuestros ropajes al homo erectus. Pero ropaje moderno.

19 de noviembre de 2013

Loco él y loco yo

La locura o cordura es cuestión de interpretación.

Los mismos hechos interpretados por una u otra persona pueden ser delirios o realidad. Una enfermedad, por caso, puede haber sido causada por un trabajo o más por una bacteria pedestre y simple. Soñar con un familiar muerto pude ser expresión del deseo de verlo o un oráculo del más allá que revela un hecho ominoso. La torpeza crónica que causa accidente tras accidente es o una inadecuada percepción del espacio o un intento repetido de alguna entidad que quiere herir.

El borde es difuso.

18 de noviembre de 2013

Ni idea

Encontré en medio de las hojas de un libro una tarjeta. Veinte años atrás alguien me agradecía efusivamente que le hubiese dado una mano y lo importante que fue en ese momento mi presencia.

Me avergüenzo porque no recuerdo el nombre. La descripción del momento puede ser desde un duelo a una visita, no especifica más. No tengo ninguna memoria pegada a esa tarjeta, a ese nombre. No dudo que el agradecimiento y la mano dada hayan sido reales.

¿A cuántos, inadvertidamente, le haremos tanto bien, tanto mal?

17 de noviembre de 2013

Salida teatrera

El miércoles fui a ver una obra de teatro que dirigía y producía un amigo querido y en la que actuaban otros amigos.

Sirvió de excusa para además salir con Facundo que ya tiene 14 años. Salida de varones, tío y sobrino, sin hermanas (suya o mía). Un pequeño periplo en colectivo desde Victoria hasta Palermo.

Era la primera vez que Facu veía teatro de veras: es decir, ni musical, ni programa de TV llevado al teatro, ni megaproducción. Un grupo de personas, en el escenario, haciendo de otras y nosotros creyéndoles. Llegamos, sacamos las entradas, esperamos un poco, saludamos al director y dieron sala. Era un placer escucharlo reírse, contarle por lo bajo algún detalle, mostrarle ese o aquel personaje que quedaba en segundo plano pero hacía algo que "robaba" escena.

Terminó la obra, saludamos a un par de conocidos, salimos... 
-¿Te gustó?
-Sí, muy buena. Me gustó el de traje, el que hacía de empleado de cable, la mujer...
-A mí me gustó mucho venir a verlos y que me acompañaras.

Charlamos un poco más en el colectivo a la vuelta. Me da gozo que descubra estas cosas que amplían horizontes. Me da gozo su compañía. Estos momentos tejen futuro, celebran el presente.
Somos afortunados.

16 de noviembre de 2013

Espejados

Conocer la historia ajena o propia ayuda a saber cómo reaccionamos, por qué lo hacemos, cuáles son las motivaciones que nos mueven, por qué hacemos algunas cosas a pesar nuestro, cómo es que los errores que cometemos suelen ser los mismos... No ayuda también a empatizar, comprender, perdonar, soportar.

Pero a veces creo que se convierte en una excusa: como conocemos nuestra historia, como el otro conoce la nuestra, nos escudamos en ella para no crecer, para no desarrollarnos, para cambiar y seguir reaccionando, moviéndonos con cualquier viento, equivocándonos -sin creatividad, siquiera-...

Virtud y defecto de la mano.

15 de noviembre de 2013

En el nombre de (¿qué?) dios.

Un grupo de extrema derecha religiosa irrumpió días atrás en la catedral católica de Buenos Aires ( http://www.perfil.com/sociedad/Fanaticos-arruinan-un-acto-de-la-Noche-de-los-cristales-rotos-en-la-Catedral-20131112-0042.html). Se estaba llevando adelante una celebración interreligiosa en conmemoración de La Noche de los Cristales Rotos. Había judíos, cristianos de diversas confesiones, y otros que quizá no pertenecían a ningún credo. Quienes entraron, quisieron impedir el encuentro, denunciando a los "adoradores de falsos dioses" y rezando violentamente. Nefastos.

Los lefevbristas, que de ellos se trata, se separaron formalmente de la iglesia católica romana el 17 de junio de 1988. Consideran que el Concilio Vaticano II traicionó la fe; Ratzinger, incluso, les parecía un blando heterodoxo. Nefastos, mentirosos, retorcidos. Basta pasar por cualquier página web que les pertenezca a ellos o sus secuaces para sentirse en una baja Edad Media. ¿El evangelio, como mensaje de gracia y libertad, de justicia y encuentro? Bien, gracias.

Más allá de todo... ¿qué tipo de psicología lleva a alguien, en el siglo XXI, a aferrarse a lo más reaccionario de la derecha (ex) católica? ¿Tanto miedo da lo diverso, lo plural, la libertad? Me dio -me da- pena y miedo ver muchos jóvenes fundamentalistas, tanto en el cristianismo romano, en las variantes protestantes, en el Islam, en política... Ahí están: segurísimos de poder ser adalides imbatibles de la verdad y la divinidad, dentro de la seguridad neurótica que les supone saber lo que ¿dios? quiere.

Otros no llegan a tanto.
Pero porque no se animan, no más.

14 de noviembre de 2013

Alquimistas

Estos días estuve leyendo La ridícula idea de no volver a verte, de Rosa Montero. Nunca había leído nada de esta autora y quien me prestó el libro lo hizo porque suponía que cierta mirada de género me iba a gustar. Me gustó, además, por muchas otras cosas. Ya el primer párrafo, dos o tres oraciones sobre el nacer y morir, son suficientes para leer hasta el final.

Montero escribe una ¿biografía? de Marie Curie, d/escribiendo su propia viudez reciente, su amor, sus logros. Sus, de ellas, de ambas. Cada tanto Montero sale, interpela al lector, dirigiéndose a nosotros en imperatativos: piensa, recuerda, adivina. Nos sumamos al diálogo, asentimos, acordamos, con-sentimos.

No había leído nada de Montero, decía. De Curie sabía que había sido una gran científica y premio Nobel.
Hacia el final, comulgo con ambas en la idea repetida y amada: 

Al final, en efecto, es una cuestión de narración. De cómo nos contamos a nosotros mismos. 
Aprender a vivir pasa por la #Palabra.

Eso, no más.

13 de noviembre de 2013

Día libre

Cuando en día de semana íbamos al campo de deportes del colegio -ir al bajo, le decíamos- era un día libre. No había clases en el aula, usábamos el uniforme de gimnasia, llevábamos comida y bebida, podíamos hacer algo distinto a lo de cada día.

No recuerdo cuál era la excusa o el motivo que nos posibilitaba gozar uno de esos días: en mi fantasía era porque nos portábamos bien, pero no lo puedo asegurar. Entre primero y séptimo grado no sé si fuimos tres, once o cuarenta y siete veces.

Colegio de varones, así que ir al bajo era sinónimo de jugar al fútbol o armar equipos para competir -sí, competir, la diversión no contaba, por más que los perdedores dijéramos que era lo importante-en carreras, saltos, softball, o lo que fuese. Comíamos sucios y cansados.

Sigo sin saber por qué íbamos: si era premio, si estaba preestablecido, si...
Sospecho que no saber era parte de la estrategia de la época.

12 de noviembre de 2013

Conciencia precoz III

No tendría más de 7 años. Eso seguro porque no había nacido mi hermana menor todavía. No recuerdo si estaba enfermo, si era sábado o qué, lo cierto es que estaba en casa, en la cama de mis padres, y era de mañana. Tocaron el timbre. Era una nena, un poco más grande que yo, pidiendo (¿comida?). Mis padres no estaban. Atendió mi abuela y dijo que en ese momento no había nada. 

Puede que fuese cierto, puede que a esa hora de la mañana aún no hubiesen hecho las compras -se compraba lo de cada día en esa época-. Algo se me movió en la conciencia. Cuando al rato me llamaron a desayunar, no pude comer el pan con manteca, no pude tomar el café con leche. Estaba triste. Enojado. Tristeza porque había escuchado a alguien pedir comida, enojo porque no la habían ayudado. Estaba enojado con mi abuela -la única vez que me enojé con ella, creo-. Le dije, en el enojo, que había mentido, que había pan en casa, que no quería comer nada. Hice -no sabía cómo se llamaba- una huelga de hambre que no duró más que hasta el mediodía.

Ese día descubrí que la pobreza estaba cerca. Que no era justa. Que me daba tristeza el hambre ajeno.
La memoria de esa chica me sigue doliendo.

11 de noviembre de 2013

En carne y hueso

La certeza de la muerte espanta: la única certeza cierta, valga la redundancia. 

Al mismo tiempo, es espectáculo y cifra: 10.000 muertos en un tifón, un asesinado durante un asalto, un cuerpo que aparece y cercena la esperanza.

A fines de la Edad Media se desarrolló un género literario y teatral llamado Danza Macabra, donde la muerte era personificada -y lo es hasta hoy- como un esqueleto que, guadaña en mano, espera paciente a todos.

En México celebran el Día de Muertos y recuerdan a los suyos, los visitan, llevan comida a los cementerios, comen y beben en las tumbas, en su honor.
Los zombies, muertos difíciles de matar, pueblan las pantallas y los videojuegos puntúan la cantidad de muertes y disparos.

La certeza de la muerte espanta, pero la necesitamos. Lo sabía Saramago al escribir Las intermitencias de la muerte. Nos morimos de pura vida.

10 de noviembre de 2013

Sacudidas

Las piedras hacen círculos cuando caen al agua. Los círculos van desapareciendo a medida que se alejan del centro. La superficie queda tranquila de nuevo. Todo como antes.

Lo que no sabemos es qué sucede cuando la piedra va cayendo, qué produce pasando la superficie, si golpea a algún pez, si remueve el limo al tocar el fondo, cómo transforma ese guijarro, canto rodado, adoquín el paisaje más allá de lo que percibimos.

Así siento que (me) sucede con algunas ideas, palabras, personas.

9 de noviembre de 2013

Odiseas

Cada tanto en el barrio se escuchan tambores: alguna murga ensayando hace llegar su sonido persistente, monótono, rítmico. A lo lejos suena agradable, pero sé que si estuviera ahí no soportaría el ruido. Que me retumbarían los golpes en el esternón sin más descanso que el tiempo que la manguera tarda en volver a dar
en el parche. Y ni descanso sería porque estaría esperando con ansiedad y miedo el próximo golpe.

Me venía esta imagen cuando escuchaba a una persona hablar de una relación en la que había estado envuelta. Cuando estaban juntos, se acumulaban los golpes mutuos -verbales, psicológicos, físicos-. Ahora, con el vínculo cortado, con distancia en tiempo y espacio, la música seduce.

Sirenas modernas; Ulises vive.

8 de noviembre de 2013

De la mano

Madre con niño de 4 años, más o menos. Caminan sueltos. Ella manda mensajes por su celular. Cuando llegan a la esquina el niño cruza. Ella lo insulta, lo agarra violentamente y lo sacude, mientras no deja de decirle bestialidades. Me atraviesan la impotencia y la bronca. Casi intervengo, pero no me dio el valor.

En pequeño estaba siendo niño, nada más. La adulta, ¿qué estaba siendo-haciendo? Suponiendo que el mensaje que enviaba fuera sumamente urgente, ¿era más urgente o importante que el pequeño que iba suelto -suelto de la mano, de la mirada, de la atención-? 

Soy de las personas que no creen que los pequeños deban hacer lo que quieran todo el tiempo; obvio, porque no tengo hijos. Reaccionariamente creo que la claridad, los límites, mantener una relación recíproca aunque no simétrica, la firme ternura hacen bien.

Por un momento me puse en el desconcierto del niño: de no ser percibido por la mirada adulta, de ser disminuido con violencia. Pobre. Pobres ambos.

7 de noviembre de 2013

Bajo la alfombra

Una de las pocas revistas que me compraron sistemáticamente de pequeño fue la colección de Érase una vez... el hombre. Semana a semana salía un fascículo que abarcaba algún tiempo histórico, comenzando millones de años atrás, asumiendo la evolución como teoría, pasando por Grecia, Roma, el Renacimiento...
Unos dibujos animados desarrollaban un poco más las ¿historietas? que repetían, a lo largo de eras y épocas, los mismos personajes: Pedro, Flor, el Maestro, el Gordo, el Tiñoso... 

Eran fines de los 70 o principios de los 80. En Argentina, aún estábamos atravesando la dictadura. Me acuerdo un fascículo que fue burdamente censurado: de las ocho viñetas que venían en cada página, cuatro de una página aparecieron cubiertas por un papel pegado encima, una publicidad de algo. Cada viñeta venía numerada y era claro que debajo de ese papel, había cuatro ocultas. Con paciencia y vapor, la fui despegando: no soportaba que se me ocultara parte del saber: eran unas críticas a la iglesia católica medieval o renacentista, no recuerdo bien.

Ese mínimo gesto de querer saber me sigue acompañando. En muchas oportunidades sigo despegando para ver más. No siempre es lindo, pero siempre es bueno.

6 de noviembre de 2013

Onírico

Soñé que estaba en el secundario y que repetía, me llevaba materias, no iba nada bien-claro, leía esos días
The catcher in the rye-. Entre las cosas raras que sucedían, aparecían compañeros que en realidad eran del primario. Había también un par de profesores que me fueron importantes. Tenía el uniforme, blazer azul y corbata tricolor incluidos. El patio y la galería. Las puertas color verde inglés. 

Reconocí las caras de varios: con muchos habíamos también hecho el primario. Recordé nombres olvidados.
Pero lo que más me asombró fue que yo era enteramente yo: es decir, salvo el hecho de repetir el año o llevarme materias, cosas que jamás me pasaron, era yo tal como me percibía a esa edad y tal como recuerdo esa percepción. Nada estaba fuera de lugar, todo era enormemente normal.

Como si el que se hubiese dormido y soñara no fuera el hombre de 42 sino el adolescente de 16, 17. Como si me hubiese ido -o venido- a visitar.

5 de noviembre de 2013

Hasta diez II

Retomo de un par de posts atrás.

Negar lo que no entiendo porque se escapa a mi capacidad, desmerecer a quien no tiene mis valores, achicar la realidad a lo que veo desde mi ventana, limitar el mundo al recorrido del colectivo que tomo, desconfiar de la comida que no probé, desaprobar al libro por la tapa, juzgar el bronceado ajeno con anteojos oscuros.

Algunas maneras de las miles que se me atraviesan en mis prejuicios.
Fuera de pretender ser objetivo, me conformo con poder clarificar/me mi lugar. Intento no pedir honestidades que no estoy dispuesto a otorgar recíprocas.

Es tremendamente irónico que en tiempos globales e inmediatos tengamos miradas tan miopes.

4 de noviembre de 2013

Ménage à trois

Antes de dormir leo. Por lo tanto, más de una vez en los sueños se me cruzan pedacitos de lo que leí entretejidos con residuos diurnos y tantas otras cosas que me dan vueltas por el inconsciente.

Conviven personajes con personas, con monstruos, con recuerdos, con anhelos disfrazados, con deseos explícitos.

Suele pasarme que me doy cuenta que estoy soñando, tal es el nivel del absurdo -y de mi super yo policíaco-. Cuando eso sucede, me entrego con más ganas a lo onírico: en promiscuo montón la pasamos bárbaro.

3 de noviembre de 2013

Hasta diez

-¿Qué es la verdad?, le preguntó un discípulo a Buda.
-¿Hasta cuánto sabés contar? respondió Buda, preguntando.
-Hasta diez.
-Entonces, tu verdad es diez.

Pila de años atrás escuché esta mini-historia. Se me vuelve a presentar cada tanto.
Al verme y escucharme. Al ver y escuchar a otros.

Cuando siento que como no somos capaces de ampliar miradas u horizontes, negamos: ¿no estuvimos, por ejemplo, en Australia? Entonces Australia no existe. Aunque me atropellen los canguros, vea.

2 de noviembre de 2013

Los trabajos y los días

Cuando en los últimos años de la secundaria pasé por el gabinete psicopedagógico del colegio para hacer un
test de orientación vocacional, quedó más que claro que las exactas no eran lo mío. El terreno de las humanísticas indudablemente era el que había que recorrer.
Confirmaba así una intuición y me afirmaba en tres o cuatro vocaciones posibles. Había algo en los seres humanos que me intrigaba y llamaba, algo entre el deseo de entender, ayudar, enseñar, acompañar procesos...

Elegí ese camino y hay mucho de eso en mi vida y trabajo. Me da gozo poder estar cerca de otros/as y que mi vocación lo posibilite. Eso sí: hay días en que lamento profundamente no trabajar con máquinas, motores o cosas inanimadas. Lo mismo que gozo -las personas con toda su riqueza- es lo que me agota y frustra. Por suerte esos días son los menos.

1 de noviembre de 2013

Abracadabra

Durante un tiempo creí, como la mayoría, en Papá Noel, el ratón Pérez, algún genio o hada de cuentos que convivían con el dios cristiano, alguna virgen y algo más. 

Cuando rezaba a la noche, antes de dormir, todos eran destinatarios de las oraciones. La magia, la fantasía y la fe se me mezclaban.

Poco después, descarté a los personajes de fantasía y me centré -catequesis mediante- en Jesús, María y Dios. Desaparecía la fantasía. La fe empezaba a personalizarse. La magia seguía.

Sigo siendo un hombre creyente y practicante: creo que Jesús es mesías y redentor. Que su propuesta es válida y valiosa. Sigo rezando con fe. Voy entendiendo que la magia no existe. Que existen muchos y muchas que se empeñan en una fe que se haga carne. Creo en ellos. También.