Gente que se dio una vuelta


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30 de enero de 2013

Hasta luego

En un rato comienzo mis vacaciones. Unos días en el sur de Argentina, con dos matrimonios amigos y los niños de 5 y 3 años y 10 y 7 meses. Largamente esperadas.

Tengo ganas, burguesas ganas, de aire y paisaje distinto. De horizonte con montaña, de volver a maravillarme con la inmensa hermosura de la Patagonia. De jugar con los nenes. De cocinar con y para la tribu. De caminar por el bosque.

Igual confieso que el momento previo al viaje me angustia. Sea avión, auto, micro, la previa me causa desazón, ansiedad. No sé por qué. Capaz porque poco depende de mí, capaz porque el cuerpo va viaja y el espíritu llega después, con delay y lo noto. No sé.

Pero como fuere, dispuesto a disfrutar.
Nos vemos.

29 de enero de 2013

Tira y afloje

Por algunas cosas que venía leyendo, me retornó la pregunta ¿qué, quién nos unifica? ¿Cuál es el eje en el que nos encontramos para no caer en algo esquizoide?

Algunos lo encuentran en la meditación, otros en el deporte, en la oración, en la terapia, en la pareja, en un proyecto...

Equilibrar, balancear, estabilizarse entre la atomización y la obsesiva concentración.
Algo que -nos- junte y nos dinamice a la vez.
Algo así.

28 de enero de 2013

Socrático II

"Estoy de acuerdo. De hecho, cuando te percatas de todo lo que te falta por aprender (de un idioma, de un baile, de una persona) es cuando empiezas a saber algo. No antes." 

...comentaba al post de ayer Kanene. Eso mismo, tal cual. Como si a medida que aprendemos algo entendiéramos que falta mucho más aún. Como si el conocimiento, los saberes, en lugar de tener forma de embudo fueran una sucesión de bifurcaciones -El jardín de senderos que se bifurcan de Borges-. Entre la milimésima parte de la partícula hasta la inmensidad de un universo en expansión interminable.

Entre la limitación de lo que podemos abarcar y lo inabarcable de lo que podemos aprender. 

Impresionante.

27 de enero de 2013

Socrático

Si tuviera que ser operado de algo, por más que fuera una simplísima apendicitis, no dejaría que me operase un estudiante de medicina que recién hubiera rendido dos materias. Por más vocación que tuviese, aún no tendría los conocimientos necesarios. Una verdad de perogrullo. O no tanto.

No tanto, digo, porque abundan quienes leyeron un artículo de Para tí sobre Freud (¿existe aún?) y sienten que ya son psicoanalistas. O hicieron catequesis de primera comunión y son teólogos. O tienen un potus en el living y son ingenieros agrónomos.

Está buenísimo querer saber, querer conocer, averiguar, informarse, formarse.
Y está mejor aún saber cuánto no se sabe.

26 de enero de 2013

Persistencia

Hace algunos días me golpeé el pie derecho. Dónde fue, no me acuerdo. Sé que le di un golpe de lleno a una ¿pared, escalón, piedra? Me dolió, pero seguí. Entre ayer y hoy, me empezó a molestar cada vez más y a la noche, decididamente, me dolía. Si por la tarde sigue así, iré a la guardia médica.

Me disparó para otro lado. Como a veces, golpes que nos damos en la vida y casi ni notamos u olvidamos, al tiempo comienzan a molestar, a imponerse, a pasar de una difusa memoria a una presencia abarcante, que nos hace renguear.

Cuando a veces queremos -o nos quieren- imponer la amnesia, la memoria persiste.

25 de enero de 2013

¡Vamos, que dan sala!

Volvió una amiga de sus vacaciones con la niña. El marido, por su trabajo, no pudo ir.
Nos contaba durante la cena que había visto tres buenas obras de teatro, del circuito comercial. Derivamos en los precios elevados del teatro en general.

De ahí, al valor que tiene el arte, el teatro en este caso. Valor que está más allá de lo monetario, siendo, justamente el valor monetario lo que impide acceder habitualmente a la mayoría.

Pasamos a los valores que encontrábamos a veces en algunos artistas callejeros, o en grupos que arman obras por amor al arte -nunca mejor dicho-. En cómo algo que vimos (o leímos o escuchamos) nos hizo mejores, más plenos.

No tiene precio.

24 de enero de 2013

Yo, argentino

-Los bolivianos de la frutería... comencé a decir para ser inmediatamente interrumpido. El comentario iba a ser absolutamente intrascendente, sobre las ciruelas, no más.
-¡Eh!, ¿por qué les decís así?
-¿Así cómo? ¿Bolivianos? Porque son bolivianos, son inmigrantes que vinieron de Bolivia.
-Pero suena feo.

Si hubiese dicho los alemanes de la otra cuadra, la salteña que vive sobre Marconi, la portuguesa de Lynch no me hubiesen cuestionado. Pasa que boliviano es despectivo, parece, mientras que panameño, francés, armenio, danés, no.

Lo despectivo fue el oído, en este caso. No la palabra.

23 de enero de 2013

Instantánea

Ay, los vericuetos de la vejez...

Mientras la mayoría de las personas le teme a la muerte, yo me apunto entre los que le temen a la vida interminable. El lugar comunísimo es llegar bien a viejos. ¿Qué pasa cuando no se da?; ¿cuando la muerte es esquiva y la vida se eterniza en una sucesión de desmejoras?

Ayer pasé a visitar a una viejita que vive en un hogar -eufemismo, claro-. Sentada en una habitación que comparte con dos más, en pañales, sin falda porque está operada de la cadera y debe cicatrizar al aire; perdida en tiempo y espacio; viendo y retando a gente que sólo ella veía. Por momentos brevísimos, lograba que me mirara, aunque dudo me reconociera. Por momentos más breves, repetía alguna de sus muletillas de siempre.

Charlamos un rato. Es una manera de decir, lo sé. Pero creo que el tono, el sostener la mano, las palabras familiares, hacen algo, dicen, comunican. Cuando me estoy yendo, pide agua. Veo que hay un vaso con pajita, le acerco, toma.

-Gracias, querido.

Creo que en ese vaso y en ese querido comulgamos por un momento fugaz.

22 de enero de 2013

Silabeo

En primer grado, allá por el '77 mientras los demás compañeritos de cole luchaban por descifrar los garabatos que tenían delante de los ojos, un nene hervía en deseos de gritar porque no podía entender que no entendieran. Cómo no distinguían la a de la e, cómo no les quedaba claro que la u no se pronunciaba en que, qui, gue, gui. Ese mismo nene aún recuerda el error tremendo -juro que lo recuerda- de haber escrito en un dictado cannario, de puro distraído y apurado.

Ese nene, un poco más crecido, entendió que el problema era que él no tendría que haber sabido tanto antes de que le enseñasen. Que había que ser bueno y paciente con los demás que no sabían.
Ese adolescente atravesó el secundario sin estudiar más que lo mínimo necesario y aún así, superó ampliamente a sus pares. Aún hoy conserva casi todo lo aprendido en una circunvalación del cerebro.

Ya en la facultad, le pasaba escuchar los exámenes ajenos mientras esperaba rendir el suyo y querer saltar al cuello del animal que se atrevía a presentarse sin saber un poco más que lo básico. Y ver cómo eran aprobados...

Le cuesta horrores reconciliarse con una capacidad intelectual que lo hacía sentir malo, porque lo ponía impaciente, intolerante. Sigue intentando.

21 de enero de 2013

En un tiempo II

Festejo familiar: unos tíos cumplieron ¡60 años! de casados y sus hijos organizaron un almuerzo para los familiares más cercanos: hermanos, nietos, sobrinos y algunos amigos. Sumábamos más de 120. Los mayores sumaban casi 800 años -papá es el menor de 8 hermanos y tiene 76...-.

La tribu inmensa congregada, celebrando, encontrándose. Pasaron, claro, videos con fotos y filmaciones de todas las épocas. Nuestros padres más jóvenes que nosotros, nosotros con la edad de nuestros hijos y sobrinos, nuestros hijos y sobrinos aún en la no-existencia.

Los rasgos que se repetían de generación en generación.
Un lindo, confortable, vergonzante y orgulloso, complejo sentido de pertenencia.

20 de enero de 2013

En un tiempo

Mamá me cuenta que papá, cada noche, ve Bonanza, no sé en qué canal de cable. Programas viejísimos, dice. Es cierto: yo recuerdo, más de 36 años atrás, que mi abuelo lo veía: los Cartwright, el mapa que se quema al comienzo, los caballos, el rancho... Los conoce de memoria.

Ella no lo confiesa, pero también ve novelas de hace varios años atrás: a la tarde pone Volver, un canal de repeticiones de cosas nacionales. Y vuelve a mirar a los galanes de ayer que hoy hacen de abuelos. Se ríe a carcajadas de las tramas ridículas y advierte, en voz alta, a la protagonista de los ardides de "la otra".

Justo cuando iba a reírme de ellos se me vino esta imagen: yo, en 30 años, viendo por enésima vez Friends o The Big Bang theory, repitiendo diálogos y esperando el remate del gag conocidísimo.
Espejos.

19 de enero de 2013

Vueltas

"Lo que pasa es que a vos te gusta complicarte", me dicen, a veces, con tonito de reproche. Casi culpabilizando.

Nada más lejos de la verdad. No me gusta complicarme, no gozo con las complicaciones, en absoluto.
Pasa que no me sale, no puedo, hacer o tener miradas superficiales. Podrán o no ser acertadas o correctas, seguro. No tremendamente profundas, claro. Sólo un poco más que la media: conectar causas y efectos, ver  algunas cuestiones que no son tan evidentes, poder resolver un silogismo y ver si es o no cierto...

Qué más quisiera, de a ratos, que ser un inconsciente feliz.

18 de enero de 2013

Ambivalentes

Entre la más pura gratuidad y el mero merecimiento como extremos, no hay punto medio. Hay opciones que no siempre son atinadas o centradas. Son. 

A algunos nos viene bien sentir o creer que merecemos porque nos hemos esforzado. Ayuda a que vayamos un poco más allá. A otros nos viene bien creer o sentir que sin mérito se nos regala, se cubre lo que no llegamos a hacer.

Más de una vez, al mismo tiempo, la misma persona, en lo mismo. Lo sé.

17 de enero de 2013

De segunda II

Dejando aparte el sarcasmo (unos minutos, no más), es notable como muchas personas con la mejor intención, lo que ellos descartan -ropa, muebles, juguetes, lo que fuere- lo dan a los pobres. Es decir: lo que descartás, no lo que sobra, lo que no usás porque pasó de moda o porque engordaste. Lo que descartás, lo que queda, lo que ya no va más. Lo que se deja de lado, como se deja de lado la parte de la fruta que está machucada, el corte de carne más grasoso.

De alguna manera que no comprendo creen que está bueno eso, que esa limosna es merecedora de encomio y que otros son merecedores de limosna.
Ahí hay una clave: dar limosna, restos, sobrantes dista mucho de ser solidario, de querer justicia, de buscar otra cosa.

La limosna mantiene la distancia, es a-simétrica, condescendiente (lástima no poder usar el patronizing inglés). La solidaridad busca ser hacedora de justicia porque reconoce al otro, a la otra, como alguien que merece lo bueno, al igual que yo o los míos.
Hay abismos.

16 de enero de 2013

De segunda

Sandra compartió en facebook el anuncio de una familia que, por mudanza, vendían algunas cosas. Entre los artículos decía: 

-sommier de dos plazas (para casa de campo o habitación de servicio o huésped $500).

Mientras lo iba leyendo, malpensado como soy, discurría:
Evidentemente, para esta señora (era una señora quien vendía) hay lugares, el campo, donde con sólo estar, ya se descansa tan bien que no hace falta un buen colchón.

O personas que no es necesario que descansen bien: unos porque esperamos que su estadía sea breve, que se vayan lo antes posible. Otros porque, como son de servicio, están para trabajar.

Lo más triste es que, probablemente, ni lo haya pensado. Seguro le salió de adentro.

15 de enero de 2013

Cáscara II

Capaz que sea yo el excesivamente conservador, pero aún me cuesta no mirar con cierta mezcla de pena y/o lástima a personas como la chica que comentaba en el post de ayer. Cuando hay tanta cosa gritando junta, ¿qué silencio esconde?. Ojo, lo pienso tanto de ella como de los ridículos y pomposos trajes de algunos eclesiásticos.

Y es lógico -y honesto, además- admitir que algunas cáscaras nos cuestan más que otras. La del monseñor y la del gótico/vamp/trash. Sin poner categorías morales, sin decir está bien o mal.
Decir que me da lo mismo cualquier estética, envase, lo que fuere, sería como decir que no distingo entre un elefante y un canario, ponele.

La cuestión es si el envase y el contenido coinciden: si los perifolios del monseñor se repiten en su manera de ser, paso. Si la gótica es oscurísima en los adentros, también.

14 de enero de 2013

Cáscara

En el colectivo una chica. Cerca de 20. Varios piercings. Pelo irregular. Lóbulo izquierdo abierto por un aro insertado de unos 3 cm de diámetro. Medias red rotas. Short de jean. Remera negra, hombro caído. Zapatillas que fueron blancas. 

Mucha cosa junta. ¿Qué está diciéndonos alguien que muestra, proyecta, esa imagen? La estética, la opción que hacemos al vestirnos, peinarnos, presentarnos frente al mundo, no es neutra. Quien dice que no le influye la imagen ajena, o es ciego o miente. ¿Qué digo yo? ¿Qué lee el que me mira?

El problema, en todo caso, es no trascender la capa externa. La mía, la de ella. Todas.

13 de enero de 2013

Enero

Aprovecho que enero está más tranquilo, en un ritmo más sosegado. Leo mucho -un poquísimo de cuestiones de estudio, un muchísimo de otras cosas-; miro películas que tenía esperando, otras inesperadas. Intento visitar a algunas personas que durante el año no pude; duermo un poco más.

Me encuentro con cosas tan maravillosas en las pelis, en los libros, en las personas...
Maravillosas por lo bellas, complejas, dolorosas, asombrosas.
Maravillosas.

12 de enero de 2013

Qom

La etnia qom, de habitantes prehispánicos del norte argentino, viene sufriendo violentas muertes. Generalmente, quedan impunes; muchas veces, los causantes de las muertes -asesinos, bah-, son ajenos, externos a las comunidades: gendarmes, blancos/euro-descendientes, algún sicario de los terratenientes. Terratenientes dueños de una tierra que no tenía dueño, que era de todos.

A la violencia de la muerte se suma la violencia de la pobreza enorme del norteste en general y de los aborígenes en particular. Conozco a gente que trabaja con ellos, yendo a compartir la vida, la mesa, la fe.

Un comentario de mi compadre, irónico, me hizo notar que cuando escuchamos pedidos de seguridad, cuando suenan las cacerolas, cuando reclamamos, no salimos del metro cuadrado de nuestra realidad urbana, clase media...

Triste.

11 de enero de 2013

Trampas II

Decía, entonces...

Mientras la paz/armonía sea la búsqueda que priorice las demás, la que catalice todo otro deseo, habrá algunas cosas que haya que resignar, dejar de lado, olvidar, negar.

Si entendemos la paz como parece que la entendemos, como un nirvana sin tensión, sin deseo, sin contradicción, no me extraña que necesitemos tanta química para alcanzar algo parecido. Ni me extraña lo frágil que resulta, lo sencillo que se quiebra. Pienso, por ejemplo, en la paz que se da en medio de una batalla, un mero alto en el fuego.

Si, en cambio, la paz es una empresa siempre a conquistar, parcial, en construcción dialógica, capaz tarda más. Pero es más cierta.

Me parece, digo...

10 de enero de 2013

Trampas

En un discurso políticamente correcto siempre oiremos que paz, unidad, armonía, son estados deseables para alcanzar o mantener.

Lo que estos discursos no dicen es cómo, para alcanzarlos o mantenerlos, es cuántas voces se silencian, se desoyen o se callan.

Porque hay voces que molestan a la paz, la unidad, la armonía...

9 de enero de 2013

Al costado del camino

En Belgrano y Centenario, San Isidro, a metros no más de la avenida, hace años que hay una mujer que pide. Le falta una pierna y se sienta contra la pared de algún negocio, apenas levantada del suelo.

Paso seguido por ahí, frente a ella. Su pedido de ayuda (¿cuál, de qué tipo?) me cala el oído; y la visión se me atraviesa en la retina. Me escudo en mil excusas para no darle dinero, como si eso fuese lo que pide, me prometo que la próxima vez paro y le llevo aunque sea un paquete de galletitas, o que la saludo o algo.

Me pierdo en buenas intenciones, burgués, acomodado en mi apuro.
Me queda un gustito amargo.

8 de enero de 2013

No me pinches el globo II

Alguien decía que mi planteo era pesimista. No me parece. Optimista, seguramente, no es. Pero ¿pesimista? Diría que no.

Claro: pasa que si lo que te mantiene son las ilusiones, y por más que mil veces te hayas sentido desilusionado, quedando al borde de la desesperación y el llanto, es más simple decir que este planteo es pesimista antes que quebrar unas últimas ilusiones.

No sé, digo.
Espejitos de colores.

Una intuición: la inmediatez moderna (?) atenta contra la esperanza.

7 de enero de 2013

No me pinches el globo

Una ilusión, cuando se rompe, duele. Ya alguna vez comenté el error que es confundir las ilusiones con su prima mayor que es la esperanza. Y decía que necesitamos más esperanzas que ilusiones, esos espejismos.

Sin embargo, las ilusiones siguen apareciendo, estando, decepcionándonos. Volvemos a elegirlas olvidando lo arteras que suelen ser. Ilusionamos a los pequeños con Papá Noel o los Reyes, y cuando no reciben lo que pidieron, les minamos la ilusión -con las mejores intenciones-.
Nos ilusionamos con la dieta y al cabo de dos semanas y menos de 100 gr bajados, la dejamos, hasta que aparezca una mejor.
Nos ilusiona creer que estas vacaciones descansaremos, serán diferentes, y nosotros seguimos haciendo lo mismo, y no descansamos, y son iguales.

La ilusión, esa traidora.

6 de enero de 2013

Sed de

Los que buscan la pureza a ultranza (desde la pureza del agua a la pureza ideológica) corren el riesgo de no encontrarla, y en el camino morir de sed y quedarse sin ideas. Pablete dixit.

Dicho esto agrego: no convalido al chanta que no se preocupa por buscarla ni digo que no se intente mejorar, siempre que recordemos que estamos entrecruzados de múltiples miradas propias y ajenas.

5 de enero de 2013

La Yapa

La Boutique del Libro -una librería de San Isidro, sucursal o anticipo, no sé, del paraíso- cada tanto arma algún desafío más o menos desopilante vía Facebook. El último, un epitafio rimado para despedir el 2012. En el 2010 había ganado un par de veces (Sumando contradicciones). Volví a ganar, esta vez un bono por $200 para libros, claro.

Fui ayer. Previa acreditación de identidad, se vino el vértigo de elegir. Es decir: ¡elegir un regalo! Fui directo a buscar, primero, algún libro de Auster o McEwan, autores que lentamente me animo a leer en su idioma original. Me tenté y casi me traigo una Atwood, pero estaba The invention of solitude, de Auster. Ese autor y ese título. Mío. Luego me debatí entre Forn y Kawabata. Ganó en segundo con su Historias en la palma de la mano. Y como no llegaba a los $200, me dieron un crédito por lo poco que quedaba. Honestidad no menor.

¡Para las vacaciones!, me dijo alguien, alegrándose.
No creo que lleguen a la semana próxima. Me conozco.

4 de enero de 2013

Modo off

Algún chip interno que me avisa la cercanía de las vacaciones, más las temperaturas agradables y menos tórridas, más el silencio al no haber clases en el colegio vecino, más el efecto post fiestas, hicieron que estos últimos días durmiese si no más, al menos más profundo.

No sólo eso, sino que cuando me despierto, tardo unos momentos en saber dónde estoy (como si despertase en tantos lugares diferentes), qué día es, qué tengo que hacer. El desconcierto me acompaña mientras preparo un café y me doy una ducha -rutina casi automática-. Mientras me enjabono, el espíritu lentamente me vuelve al cuerpo y comienzo a coincidir en tiempo y espacio.

Si no llegase a volver, me asustaría un poco. Pero no me preocuparía demasiado.

3 de enero de 2013

Vértigo

Hay gente que disfruta cuando siente que la adrenalina le invade el cuerpo. Personas a las que la velocidad, el riesgo físico. Yo sé que me encantaría tirarme en paracaídas tanto como sé que moriría antes de tocar el suelo.
Por ejemplo: sólo viendo a alguien hacer bungee jumping aunque sea en TV me produce vértigo. Aunque sé que si hubiese terminado en tragedia es probable que no lo estuvieran mostrando, lo mismo: no me divierto.

Quizá sea la constatación de la fragilidad de la vida o simple cobardía. Pero algo como sentido de supervivencia me hace sentir que eso no es para mí, que me hace mal.
Desearía que ese sentido, esa intuición se ampliara a tantos otras cosas...

2 de enero de 2013

Estilos

Mientras algunos buscan ser felices acumulando otros se animan a compartir, arriesgándose a tener menos para mañana, pero con el goce enorme del hoy recíproco, mutual, pleno.

Voy entendiendo esa dinámica. Voy intentando vivirla. Intentamos con otros.
No por sentirnos mejores personas, sino por sabernos y reconocernos hermanos, hermanados.
Ese abstracto universal de la fraternidad, experimentado concreta, cercanamente.
Plan de vida.

1 de enero de 2013

...as time goes by...

Celebré en febrero el Año Nuevo Chino.
En junio, el Inti Raymi andino y el We Tripantu mapuche.
En septiembre, el Rosh Ashaná Judío.
En diciembre, Noche Vieja.
Y ahora estreno el 2013.

Sea convención de almanaque o sabiduría de estrellas, soles y estaciones, ritualizamos, deseamos, renovamos.

No quiero renovar el deseo, esta vez. Quiero seguir deseando lo mismo, buscando lo mismo, trabajando por lo mismo. No por comodidad, sino porque el deseo es demasiado grande como para concretarlo en varios años nuevos, sean judíos, aborígenes, occidentales o chinos.