Gente que se dio una vuelta


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31 de diciembre de 2011

Cuidado, nazis sueltos


Cuando leo comentarios simplistas de realidades complejas me saco.
Cuando el prejuicio de clase o de piel es más fuerte, me violenta. Más aún cuando se da entre pares.

Ayer veía en la tele como unos vecinos de Belgrano protestan por el Barrio Chino, indignados por los inmigrantes y sus costumbres, negocios, tradiciones. ¿Dónde está el barrio español, dónde el alemán?, preguntaba indignada una señora bien. En Franco y Hitler debe estar... Creo que un gueto la conformaría a ella, que es de toda la vida de Belgrano.

Hoy un pibe más morocho que yo, de barrio/villa, despotricaba contra las negras que tienen hijos para cobrar los planes. O sea. Tu madre no era albina y vos no sos, precisamente, del casco de San Isidro.

Lo peor de todo es que esto no mejora por más que termine el año.

30 de diciembre de 2011

Hipoteca

Un artículo en Clarín (http://www.clarin.com/sociedad/hablar-jovenes-utilizan-solo-palabras_0_617938332.html) volvía sobre la pobreza del lenguaje. 240 palabras es un 0,03 de las palabras del castellano. Si eso no es paupérrimo.

No quiero discutir si ante esta falta se crean o no otras palabras, porque de hecho lo hacen, lo hacemos; o se le buscan nuevos significados a palabras viejas. Está bien, es así. Pero si cuando no usamos un músculo, este se debilita, cuando no usamos las palabras, cuando no las aprendemos, se achica nuestro mundo.

Por más que suene elitista o chauvinista. Es triste.

29 de diciembre de 2011

Frívolo

Me habían regalado un par de sandalias para Navidad. Como tenía otras más cómodas, fui a cambiar las por... unas Topper ¡Rojas!.

Ya sé que hay quienes han hecho cosas más arriesgadas en la vida, desde escalar el Aconcagua a darle un beso a la Tatcher, pero: ¿se entiende?. Soy yo, con Topper ¡Rojas!.

Son las viejas y clásicas, ochentosas, topper tennis, objeto de mi deseo adolescente. Cuando podía comprarlas me creía mil. Claro que en esa época sólo usaba las blancas, porque el uniforme del cole así lo pedía.

Hoy, cuando fui al negocio, confieso que las buscaba en azul o verde, mis colores. Ya había elegido, tenía las azules en las manos, me encaminaba a la caja y... ¡má sí, total son regalo!.

"Este es un pequeño paso para un hombre, pero un gran salto para la humanidad", dijo Armstrong.

Ahora habrá que ver si las uso.

28 de diciembre de 2011

Mentiras verdaderas

Lo importante es lo de adentro, lo esencial es invisible a los ojos, la forma no es importante.
Lo decimos, lo escribimos, lo repetimos, pero no lo creemos.

Si nos ponen un vino espectacular en tetra, y el tetra en una de Luigi Bosca, casi casi casi seguro que el de la botella nos parecerá mejor, más rico.
Si vemos un plato con comida donde predominen los marrones o los tonos grises, desconfiaremos; si lo probáramos con los ojos vendados, el acento lo tendría el aroma o el sabor. Otro tema.

Sigo creyendo que es cierto lo que importa es lo que no se ve. Aunque no siempre. Así como también muchas veces es mejor quedarse con un exterior bonito que con un interior infame.

27 de diciembre de 2011

Algo así, pero no II.

Para que haya fiesta tienen que suspenderse, por decir de algún modo, los roles o lugares que cada quien ocupa habitualmente.

Algo de lo que se tiene en común con otros es lo que está en el centro: una creencia, un hecho fundante, una fecha común... Este algo no pertenece a alguien particular, sino que es posesión de todos, del clan.

Se suspende, también, el tiempo. Para que haya fiesta, no puede haber apuro, las cosas van pasando, se dan a su debido paso.

No es raro, entonces, que tengamos tan poca fiesta...

26 de diciembre de 2011

Algo así, pero no.

La fiesta, como situación antropológica, vital, tiene que ver con la gratuidad, con la igualdad. Momentáneamente, por el tiempo que dura la fiesta, se suspenden las diferencias y las desigualdades, se vive en un plano horizontal e igualitario.

Y hoy el noble y el villano,
el prohombre y el gusano
bailan y se dan la mano
sin importarles la facha.

Juntos los encuentra el sol
a la sombra de un farol
empapados en alcohol
abrazando a una muchacha.

Y con la resaca a cuestas
vuelve el pobre a su pobreza,
vuelve el rico a su riqueza
y el señor cura a sus misas.

Nadie puede ser obligado a la fiesta, nadie puede ser coaccionado a celebrar. Sólo si se entra en sintonía con el motivo de festejo, de celebración, se entra en comunión con el espíritu festivo. 

Creo que parte del rechazo que muchos manifiestan estos días tiene que ver con lo impuesto del festejo.
Nada más lejos...

25 de diciembre de 2011

Natalicio

Los deseos prefabricados y en serie de estos días me tiran para atrás. Así como hay personas que para las fiestas se bajonean, a mí me da por ese lado. Entiendo que la costumbre sea fuerte, que haya cosas para comprar y vender, aunque no las necesitemos, que la tradición, blablablá. Además, la tradición edulcora y adapta, para que nos banquemos al que nace desplazado, pobre.

Por eso no quiero decir-me-les-nos ¡felices fiestas! o cosas así. Ni me quiero quedar en desear próspero año nuevo... Quiero desear en grande y poder hacer algo bueno por los demás, no por los demás que están en la abstracción, sino por esos cercanos que tengo.

Quiero intentar vivir como hermano, hijo, vecino.
Quiero poder hacer un bosquejo de Reino.
Quiero que podamos.

24 de diciembre de 2011

Cuestión de elección II

Si bien mucho de lo que somos, de lo que llegamos a ser viene medio de fábrica (genes, ambiente, educación, estímulos) cada vez constato más que podemos elegir el cómo vivir lo que se nos presenta.

Tiempo atrás algo así escribía -Cuestión de elección- por otras cosas. Hoy lo pienso o lo vuelvo a escribir desde otro lugar, que no es cambio, sino suma, creo.

Cuando veo a personas con historias durísimas que, sin hacerse los tontos transforman, transfiguran, siento que hay algo en nosotros que nos abre a la salvación o a la perdición, a la vida o a la muerte.
Sin entrar en la negación ni en la patología, podemos hacer algunas opciones de vida, que nos llenan de aire.

Respiremos. Ayudémonos a respirar.

23 de diciembre de 2011

Trampas

Solemos imaginarnos la fortaleza como la virtud que nos permite arremeter, resistir, poner el pecho. Así nos lo han enseñado, así lo solemos vivir. Cual super-personas andamos hasta que en algún momento o no resistimos más, o nos cansamos de poner el pecho, o lo hemos puesto tantas veces que se nos endureció la piel.

La fortaleza, además de arremeter, reside en saber cuándo retirarse, qué batallas pelear o hasta dónde queremos ir. Por eso es prima de la prudencia: sabe medir y calcular. 

Lástima que la confundamos con la cobardía.
Lástima y lastima.

22 de diciembre de 2011

Free style


Aprendí a nadar a eso de los cuatro años y nada me divertía tanto como estar en el agua. Podía entrar a la mañana, salir para almorzar, esperar para hacer la digestión, tortura de torturas, y meterme de nuevo hasta la caída del sol: hacer la plancha, bucear piedras, jugar a ver quién aguanta más sin respirar, correr carreras de velocidad. Lindos recuerdos.


Me venía la imagen de las superficies o profundidades, de hacer la plancha, nadar, bucear, contener el aire, correr como diferentes maneras de enfrentar las cosas, de vivir. No sé si hay alguna mejor o peor. Sí que no podés hacer la plancha siempre ni competir todo el tiempo.


Variedad de estilos, eso tendríamos que tener.
Lástima que buceamos cuando hay que flotar o corremos cuando hay que nadar perrito.
Y así nos ahogamos.

21 de diciembre de 2011

Sobredosis II

Estos días me sobreabundan las ofertas. Me invaden hasta la casilla de correo: Amazon, Personal, Compumundo, Garbarino, Frávega... La tele es un gran comercial donde se repiten las pavadas comunes de esta época, con la felicidad en cuotas o en una sidra o en un pan dulce o en un celular.

Por suerte no necesito nada para ser feliz. O al menos, nada de lo que me ofrecen.

20 de diciembre de 2011

Sobredosis

Con la excusa de conocer a mi nueva mascota y como su hermano tenía un cumple de varones solos, Ro/Lola/Loli vino a pasar la tarde y se fue cerca de las 21. Generalmente voy yo a su casa. Cuando eran más pequeños venían seguido, pero con el cole, las cosas extraescolares y toda la responsabilidad de sus 8 años, hacía tiempo que no venía largo.

Hicimos las compras; tomamos la leche con galletitas; lavamos los platos; cocinamos; jugamos con la compu; persiguió a la gata; charlamos; charlamos; charlamos; charlamos. Es increíble la cantidad de palabras que caben en ese metro veinte.

Cuando se fue, más allá del silencio, agradecí poder tener un poco de tiempo para perder con ella; que ella tuviese ganas de perderlo conmigo.
Son apuestas a futuro.

La gata quedó agotada.

19 de diciembre de 2011

Fugaz II

No quiero decir que, aún en la transitoriedad, dejemos de buscar permanencias o pequeñas eternidades.

Cuando el mundo semita/bíblico aún no había desarrollado la idea de un más allá en el cual los humanos compartieran tiempo y vida con la divinidad, la permanencia eran los hijos, la tierra, el buen nombre que se perpetuaba.

Cuando algunas culturas dejan menhires, obeliscos, monumentos, es para perpetuar, para poner un gesto de acá pasó algo. 

Cuando alguien escribe con mucha o poca pretensión un libro, quiere trascender en las palabras.

Cuando legamos enseñanzas o tradiciones, entramos en ese círculo continuo que es la humanidad.
Tan eterna y tan joven.

18 de diciembre de 2011

Fugaz

Tendemos a permanecer. Nos aferramos, bien o mal, al tiempo, a las cosas, a las formas.

Ponemos mucha energía en negar lo efímero; creemos las pirámides de Egipto eternas y tienen menos de 5000 años, una nada.

Soñamos con la eternidad y aborrecemos el paso del tiempo.
Hacemos monumentos, basílicas, catedrales, aunque nadie los habite.

No nos bancamos lo transitorio.
Y la vida misma lo es.

17 de diciembre de 2011

Oídos sordos

Antes de responder, hay que escuchar la pregunta. Al menos eso es lo que sugiere el sentido común. Bueno, no.
Podemos culpar a diciembre, el clima inestable, el cansancio del año, lo que sea. 

Hoy mismísimo me pasó, no menos de siete veces, escuchar a personas -varones y mujeres de diversas edades, profesiones, formación-, responder cualquier cosa con tal de decir algo o no quedarse sin la posibilidad de acotar. Aunque no tuviese nada que ver, por supuesto.

¿Qué necesidad?.

16 de diciembre de 2011

Lucida lucidez

Hay momentos, raros, excepcionales, en que se nos revela como relámpago alguna verdad. Nada que cambie la vida, nada que aporte datos sobre el origen del universo, nada que podamos, luego, poner en palabras para teorizar.

Como cuando sentimos antes que discurrimos que hay algo de claridad en medio de la noche. Como cuando olfateamos tanteando por dónde hay salidas.

Instantes mínimos, de nanosegundos, inmedibles. 

Imprescindibles.

15 de diciembre de 2011

Frases sueltas

Facundo cumplió 12 y entró como por un tubo en la pubertad, preadolescencia o cómo se llame. Los cambios físicos previsibles vienen acompañados, en este caso, por algunas cosas que me causan gozo, ternura y, por qué no, gracia.

Una que reúne las tres sensaciones, es que empieza a encontrar "frases" -de canciones, cuentos, del Indio Solari o de dónde sea- que luego postea en facebook (las agendas quedaron en la prehistoria). Me recuerda a esas primeras veces que encontraba algunas palabras que me decían, me expresaban, y que las tomaba casi como lema. En pocas palabras, se explicaban muchas verdades.

La cosa es cuando mucho tiempo después de la pubertad, seguimos queriendo encerrar o explicar al vida en frasecitas sueltas.

14 de diciembre de 2011

Mastercard

Intercambiando unas ideas con Diego, veíamos cómo, en un punto, nos molesta la igualdad. Tenemos el discurso incorporado de la no discriminación, la igualdad de derechos y oportunidades, de la inclusión, de...

Pero seguimos contaminados por ideas como pertenecer tiene sus privilegios. Diferenciarnos, porque somos todos iguales, pero no como los demás.

Pasa en política, pasa en las religiones, pasa en la sociedad, pasa en las familias, pasa en los grupos de amigos.
Pasa que somos esquizoides.

13 de diciembre de 2011

Motricidad fina

¿Se acuerdan los juegos de encastre?. Un tablero, cubo, pelota, con agujeros de formas diversas, por un lado, y por otro, los bloques para meter, encastrar en esos huecos: estrella con estrella, círculo con círculo, triángulo con triángulo.

Los nenes, jugando, aprenden a desarrollar la motricidad, a reconocer formas y colores, a ensayar, errar y recomenzar. A veces hacen trampa cuando descubren que forzando un poco el triángulo lo pueden hacer entrar en el lugar del círculo. 

Los grandes tendríamos que volver a esos juegos pero para aprender a mirar la realidad y dejar que ella nos moldee, nos interpele, nos diga. 

Lamentablemente, muchos quieren seguir haciendo encajar círculos en triángulos. Los cortan, los mutilan, rebajan, rompen... Todo sea para que las piezas encajen en mis esquemas. 

Y si no encajan, es porque las piezas están mal.
No porque mis esquemas sean estrechos.

12 de diciembre de 2011

Oíme un cachito

Estoy leyendo "Extremely loud and incredibly close", de Jonathan Safran Foer. Me la había recomendado Mariana (den una vuelta por lescritiques.blogspot.com y demases). Mariana es una ¿ciberconocida? y sé que existe porque, de hecho, una vez hablamos por teléfono.

El protagonista es Oskar, un nene de 9 años cuyo papá murió cuando cayeron las torres gemelas. El niño es híper auto-consciente, sumamente sensible, más adulto que los adultos en algunos planteos.
Algunas cosas de las que razona o dice me contactan con mi propia niñez y me dan ganas de ir a decirme a mí mismo: disfrutá más, jugá más, reíte más.

Ojalá me escuche.

11 de diciembre de 2011

Intuiciones

Un hito de mi infancia fue cuando descubrí -y lo recuerdo claramente- que en la vereda de casa veía las mismas estrellas que en el jardín.

Era de noche y venían a comer unos tíos; yo tendría 4 años, no más. Cuando tocaron el timbre salimos a recibirlos y aún me escucho diciendo:

-Tía, ¿sabés que en este afuera se ven las mismas estrellas que en el otro afuera?.

Tuve que explicar qué quería decir con los diferentes afueras: no tenía palabras para nombrarlos. Ambos eran afueras, aunque distintos; se rieron de la ocurrencia del nene.

Lo que había descubierto era tan grande, que no podía definirlo, apenas podía describir un poco de qué se trataba.
Seguimos igual.

10 de diciembre de 2011

Derechos zurdos

Cosas que damos por sentadas y obvias no lo son tanto. O al menos no lo han sido siempre. Si pensamos que hace sólo 63 años nacía oficialmente la declaración universal de los derechos humanos (http://www2.ohchr.org/English/events/UDHR60/docs/DECLARATIONSP.pdf) no podemos más que preguntarnos y antes qué.

Cuando en algunos lugares del mundo siguen siendo desoídos o algunas instituciones hacen como que los desconocen nos encandaliza; peor cuando son rechazados o bastardeados por los paladines de la libertad o la democracia.

Cuando para muchos siguen siendo cosa de bolches o progres, me cuestiona también mis estrecheces de miras.

Y me da miedo que caduquen...

9 de diciembre de 2011

Tricky memory II

...Y si las piezas se acercan, probablemente encontraremos que no terminan de encajar. Como cuando de chicos rompíamos un plato, jarrón o copa: por más que lo pegásemos, pedecitos milimétricos de espacio denunciaban el hecho.

Es en esos espacios, entre ellos, donde se dan las discrepancias y las interpretaciones que impiden que la historia, las historias, se terminen de reconstruir perfectamente.

Además, si fuese una reconstrucción perfecta, aún estaríamos viviendo en el pasado y no recordándolo...

8 de diciembre de 2011

Tricky memory

Nos pasa que cosas de hace cuatro días parecen lejanas. Viceversa: que diez años atrás fue anteayer.

Pero cuando tenemos memoria selectiva es jodido: borramos o magnificamos, con lo cual se hace dificultoso construir una memoria común.

Los argentinos, por ahí, hacemos el ejercicio de recordar -con mayor o menor peso ideológico o pasional- épocas que no queremos nunca más. Otras cosas, más cercanas en el tiempo, las olvidamos y se nos acorta el recuerdo a un ayer limitadísimo.

¿Juntaremos las piezas en algún momento?.

7 de diciembre de 2011

Enanos

El viernes pasado Rocío, mi sobrina de 8, tuvo su muestra de teatro musical. Los distintos grupos -divididos por especialidades y edades- nos presentaban lo aprendido en el año. Loli protagonizó parte de Seusical, y me asombró su presencia y aplomo, sola al comienzo, en ese escenario enorme.

Sin embargo, la que se robó el show fue una enana de ¿5, 6 años? del grupo de danzas de las más chiquitas. Además de pequeñita, era como un peluche. Iba a destiempo pero hacía todo; se colgaba saludando; al rato miraba y seguía con el cuadro. Pero no dejaba de sonreír, enorme, como si lo que hiciera fuera lo más importante del mundo. Y estaba feliz.

¿En qué parte del camino lo olvidamos?. Por suerte, podemos recuperarlo: estamos a tiempo.

6 de diciembre de 2011

No soy de aquí, ni soy de allá.

Aprovechando que estaba en San Isidro entré a un negocio de esos que tienen desde arbolitos de navidad hasta candados para la bici. Andaba buscando un par de cosas para la cocina.
Se acerca una señora:
-Disculpe, ¿es de acá?
-¿En qué sentido?. TUVE que preguntarlo, no sabía si se refería al planeta, al país, al negocio...
-No, digo, si trabaja acá.
-No, pero capaz la puedo ayudar.
-No encuentro las cucharas.
-Ahí, en ese pasillo, abajo.
-Gracias.

Otra señora, bastante mayor, tipo abuela de propaganda:
-¡Joven!, ¿es de acá?.
Lo de joven ya me causó ternura.
-No, señora, justo sabía dónde quedaba lo que esta señora necesitaba.
-Disculpe, disculpe.
-No es nada.

Voy saliendo y veo a una mujer ciega, que acaba de pagar. Me acerco:
-¿Te ayudo?
-Sí, dale, quiero salir, pero no quiero llevarme nada por delante.
Claro, estos lugares son como laberintos llenos de cosas.

La dejo en la puerta, vuelvo a entrar. Otra señora:
-Perdón, ¿sos de acá?
-No, para nada.

-Ah, no, como la ayudaste..
-La ayudé porque sí...

Como la ayudé, creyó que trabajaba ahí.
Claro, si hay $, debemos ayudar.

5 de diciembre de 2011

Perdonen, pero no...

Entre las fotos e historias que circulan por la red, hay una que me da cierta risa: http://argentinoenusa.com/read-259.html

El relato es trágico, como corresponde: una chica sale de una fiesta, donde como corresponde, no tomó alcohol, como su madre le recomendó, sólo para morir atropellada por alguien que sí había bebido. 
Momento, momento: no me río de la muerte, sino de la "construcción moraloide": antes de morir, cual estrella malograda en película clase B, la niña en cuestión declama un testamento pletórico de bajada de línea, que es apuntado por un periodista (¿?) muy abrumado.

Más allá que la cuestión no resiste el menor análisis (si estaba tan grave, no creo que pudiera articular tantas cosas coherentes, para empezar...), es contraproducente: el miedo al otro -simbolizado en el otro que la atropella por haber hecho lo que para la víctima era malo-; el destino trágico e inevitable -¿para qué te vas a cuidar si te morís igual, preguntarían los chicos?; la moralina barata...

A mí, de chico, me asustaban con el viejo de la bolsa.
Casi lo mismo.

4 de diciembre de 2011

La posta. O no.

No todo el que habla quiere dialogar.
No todo el que mira quiere ver.
No todo el que busca quiere encontrar.
No todo el que pregunta quiere saber.

Pero todos nos quejamos si no nos escuchan, si no vemos, si perdemos sin remedio, si no sabemos.
Gataflorismo, que le dicen.

3 de diciembre de 2011

Diciembre 2001/2011

Diez años atrás comenzaba, para estos días, uno de los grandes descalabros de la historia argentina. Los ahorristas no podían sacar su dinero del banco, los ahorros en dólares se pesificaron, muchos perdieron mucho dinero, la gente se manifestaba en las calles golpeando cacerolas, algunos negocios fueron saqueados, la economía la manejaba el que había sido visto como ultraenemigo, la represión del estado sembró un par de muertos, un presidente terminó renunciando y escapando de la casa de gobierno, la desocupación andaba arriba del 22%, se blindaba para salvar a los bancos y no a las personas, una semana tuvimos casi tantos presidentes como días, aparecieron a mansalva personas que revolvían la basura para comer, se sembraba el pánico en cada barrio diciendo que del barrio vecino venían a atacar, se acababa el espejismo de la convertibilidad y el primer mundo...

Digo como para recordar de dónde venimos. Y celebrar dónde estamos.
Digo, como para mirar el hemisferio norte con menos nostalgia y envidia.

2 de diciembre de 2011

Un cacho, apenas

Algo que intento, trato, busco, es no generalizar; evitar los todos, siempre, nunca, jamás, nada, nadie. Cuando me hago consciente de que estoy por usarlos, cambio por un muchas veces, a veces, algunos, alguien, como para delimitar la inmensidad.

Porque todos es casi lo mismo que nadie: todos son responsables=nadie se hace cargo.
Siempre y nunca, son lo mismo: siempre te quejás=nunca estás conforme.
Jamás y nada tan absolutos que son soberbios.

Para bien o para mal, siempre -casi siempre, en verdad- hay excepciones honrosas.

1 de diciembre de 2011

Hijos del rigor

Cuando alguien se queja que no puede comprar dólares en estos días de Argentina, por no tener los papeles en regla, ¿quién es culpable/responsable?. ¿El que miente en su declaración, el Estado que pide transparencia, el que contrata en negro y se queja de los negros?.

Si alguien coimea a un empleado para obtener un beneficio y luego se queja de la corrupción, ¿se está quejando de sí mismo, también?.
Al decir que los más chicos son maleducados o irresponsables, ¿creemos que salieron de un termo o que aparecieron por generación espontánea?.

Cuando estacionamos frente a la rampa de discapacitados o en el garage del vecino, ¿nos importa algo el que puede necesitar ese acceso?. Si hablamos por teléfono al manejar, con nuestros hijos en el auto, ¿los estamos educando bien o les decimos que un llamado es más importante que sus vidas?.

Nos quejamos del que exige que las cosas se hagan bien.